Análisis
Por María Méndez
Esta nueva fase del Proceso de Paz tiene que ver con la implementación del punto 3 y algunos numerales del 6 del Acuerdo de la Esperanza: Fin del Conflicto e Implementación, Verificación y Refrendación.
Es una fase práctica en la cual se inició el proceso de dejación de armas por parte de las FARC-EP, se le hace seguimiento al Cese Al Fuego Bilateral y Definitivo, se empieza la reincorporación de los guerrilleros a la vida civil y económica del país y se “abonará el terreno” a la siguiente fase: la implementación de los demás puntos, que son los cambios que asegurarán la vida digna a la gran mayoría de los colombianos.
En la práctica esta fase ha sido una montaña rusa que oscila entre la preocupación y un gran optimismo, sin perder nunca el rumbo y la esperanza. Si bien se aprobó la ley de Amnistía e Indulto y el decreto reglamentario, los guerrilleros se dirigen a las Zonas Veredales y los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y las FARC son nulos, el gobierno brilla por su falta de compromiso y voluntad.
Las Zonas Veredales no tienen ni lo más mínimo para albergar a las y los guerrilleros y sus hijos, la excarcelación de las y los Farianos presos está “en pañales”, los líderes sociales siguen siendo asesinados sin que el Estado demuestre un mínimo de preocupación y la expansión y el acoso paramilitar es cada vez más intenso, aunque el Gobierno insista en “hacerse el de la vista gorda”.
Las comunidades abandonadas en los lugares más alejados del país, quienes solo conocen la presencia del Estado por la represión, la estigmatización y la muerte, ven cómo se hace realidad su mayor temor: al irse las FARC de sus territorios, avanzan a paso firme los paramilitares con toda su barbarie y terror.
Las denuncias no son suficientes para los oídos sordos del Gobierno Nacional y actos movilización, como los realizados en el Catatumbo, serán la mejor opción para los campesinos que inician una nueva etapa de desplazamientos masivos huyendo de la arremetida salvaje que ellos conocen, pero esta vez no habrá quien los proteja, como hasta hace poco lo hicieran las FARC.
A pesar de este panorama desalentador, seguimos pensando que la solución política al conflicto colombiano es la más adecuada y que ahora depende de la fuerza de la movilización, de la organización social, de la creatividad y de todos nosotros hacer que el Estado cumpla y la comunidad internacional escuche nuestras denuncias.
Las FARC cumplen a cabalidad su compromiso con el pueblo colombiano. Se dirigieron, sin importar sus necesidades, a las zonas destinadas, acompañados del pueblo que los recibió con los brazos abiertos, aunque los medios masivos de (des)información, serviles a los enemigos de los colombianos y la paz, no hicieron un especial, un programa o siquiera un directo de este evento.
El Gobierno intenta “ganar indulgencias con avemarías ajenos”, presentando como muestra de cumplimiento la llegada de las FARC a las Zonas Veredales. Esa es la muestra de la voluntad de paz de las FARC, recomendamos a las instancias oficiales imitarlos y comenzar a dar cara al problema paramilitar, a cumplir lo acordado, dar plenas garantías y agilizar el paso.
Ojalá esta no sea la actitud del gobierno cuando se entre a implementar puntos tan delicados como el de tierras o víctimas. Queremos recordarles que los Acuerdos fueron firmados por las FARC y el Gobierno, pero son del pueblo colombiano. También, que si bien los firmantes son dos, recae sobre el gobierno la responsabilidad del cumplimiento: “No obstante el Gobierno Nacional será el responsable de la correcta implementación de los acuerdos alcanzados…” (Acuerdo Final. Pág. 171).
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