Análisis
Tomado de Delegación de Paz de las FARC-EP
Por Sofía Morantes Militante PCCC
“El problema de la autodefensa es simplemente semántico”: esta frase, pronunciada en 1987 por el ex presidente Virgilio Barco, caracterizaba el debate sobre el fenómeno paramilitar a finales de los años 80. ¿Cuál era el escenario político en ese entonces? Desmonte formal del Frente Nacional y primera elección popular de alcaldes –en marzo de 1988– como parte del proceso de apertura democrática. Los resultados de esta elección iban a determinar el equilibrio de fuerzas en la Comisión de Reajuste Institucional creada para reformar la constitución, acuerdo conocido como el Acuerdo de la Casa de Nariño. Dicho acuerdo no prosperó, así, el gobierno se vio obligado a buscar otras fórmulas de reforma constitucional.
La historia es conocida, en el Gobierno de Cesar Gaviria, que siguió al de Barco, se apeló al pueblo como constituyente primario y se promulgó una nueva Constitución que este año cumple ya un cuarto de siglo. Este proceso político estuvo marcado por la agudización de la guerra sucia, el genocidio de la UP, la ruptura de la tregua con las FARC-EP y las negociaciones con el M-19.
Treinta años después el debate semántico resurge en medio de un abanico mucho más amplio de siglas y nombre. Sin embargo, son los términos “neoparamilitarismo” y “bandas criminales” los que protagonizan el debate. Al mismo tiempo, estamos ante un escenario político similar: un proceso de paz con las FARC-EP e inicio de las negociaciones con el ELN en un contexto de persecución y exterminio de activistas políticos, defensores de derechos humanos, líderes sociales y militantes de partidos políticos de izquierda.
Considero que el actual debate académico y político sobre el fenómeno –a raíz del más reciente paro paramilitar– se sitúa alrededor de dos grandes divisiones. La primera es la división entre continuidad y ruptura. Es decir, ¿existe una continuidad entre el fenómeno paramilitar antes de la ley 975 de 2005 y el fenómeno actual? Es una dicotomía que atraviesa toda la reflexión sobre el conflicto armado colombiano como puede ser evidenciado en los ensayos elaborados por la Comisión Histórica del Conflicto y sus Victimas (CHCV): ¿existe una continuidad entre la época de la Violencia o entre periodos anteriores y el conflicto armado actual?
En este caso, ¿qué es lo que diferenciaría el fenómeno paramilitar “clásico” del actual? Todo parece indicar, para quienes establecen una ruptura, que es su vocación contrainsurgente. Las actuales organizaciones delincuenciales, como las consideran algunos, no tienen ningún proyecto político y no se caracterizan por combatir a la insurgencia, de hecho, en algunas regiones establecerían alianzas con ella.
La segunda gran división es el grado de participación del Estado en la organización y sostenimiento de estos grupos. Eduardo Pizarro afirma que, a diferencia de los “escuadrones de la muerte” de las dictaduras del Cono Sur o de las Autodefensas creadas para combatir a las guerrillas en Guatemala y Perú, los paramilitares en Colombia han tenido un mayor margen de autonomía, es decir, no han sido totalmente dependientes del Estado1
¿Qué elementos se pueden desprender de este debate? El primero es que más allá del deseo de rigurosidad semántica, para poder debatir sobre un fenómeno social, político o económico, primero hay que nombrarlo, definirlo y describirlo. La discusión no es semántica, es política. La multiplicidad de términos no es fortuita y no debe llevarnos a pensar que se trata de un debate secundario.
El segundo es más complejo, pues se trata de saber cuál es el grado de participación del Estado en el sostenimiento de estos grupos. Es decir, independientemente de un mayor o menor margen de autonomía por parte de los paramilitares, el fenómeno no puede ser reducido a un asunto militar y por consiguiente la solución no puede ser solamente militar. Si es posible identificar un hilo conductor entre los dos fenómenos y algún grado de connivencia –por acción o por omisión– por parte del Estado, sería difícil creer que dichas prácticas habrían desaparecido después de la desmovilización formal de los paramilitares y que sea una gran ofensiva militar la que pueda desmantelar el fenómeno.
El actual debate es importante pues nutre la discusión del Punto 3, Fin del Conflicto, en particular la discusión en la Subcomisión de Garantías de Seguridad y Desmantelamiento del Paramilitarismo, cuya propuesta, además de reconocer las limitaciones y falencias de las medidas tomadas en administraciones anteriores, debería incluir la conformación de una comisión de estudio que analice y esclarezca el fenómeno del paramilitarismo para así poder comenzar a nombrar las cosas por su nombre.
Por último, un recordatorio. En abril de 1989, cuando Barco decide finalmente “tomar el toro por los cuernos” y anunciar una serie de medidas concretas para combatir el paramilitarismo2 . se dijo que esa arremetida eliminaba el último argumento de la guerrilla para no “desmovilizarse”. Hay que entender que toma tiempo ver el resultado de cualquier medida gubernamental y, en ese sentido, las FARC-EP tuvieron razón en no dejar las armas, dichas medidas resultaron ser un fracaso. Habría que estudiar detenidamente las razones de dicho fracaso inscribiendo las medidas en sus respectivos contextos políticos, sólo así sabremos si las soluciones propuestas podrán contribuir a que la historia no se siga repitiendo como tragedia.
[1] PIZARRO, E. Los Úsaga: ¿bandas criminales o neoparamilitarismo ?, Semana, 6 de abril de 2016.
[2] SEMANA, El que ríe de último…, 25 de mayo de 1989.
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HERNÁNDEZ VALENCIA, F. “El tal Neoparamilitarismo sí existe”, Corporación Nuevo Arco Iris, 6 de abril de 2016. Disponible en: http://www.arcoiris.com.co/2016/04/el-tal-neoparamilitarismo-si-existe/
LA SILLA CARIBE, “Los neoparamilitares sí existen… hasta en Cartagena”, 1º de abril de 2016. Disponible en: http://lasillavacia.com/historia/los-neoparamilitares-s%C3%AD-existen%E2%80%A6-hasta-en-cartagena-55304
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MOLANO, A. “Tiempo de negociaciones”, El Espectador, 2 de abril de 2016. Disponible en: http://www.elespectador.com/opinion/tiempo-de-negociaciones
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PIZARRO, E. “Los Úsuga: ¿bandas criminales o neoparamilitarismo?”, Semana, 6 de abril de 2016. Disponible en: http://www.semana.com/opinion/articulo/eduardo-pizarro-urabenos-ponen-en-peligro-acuerdo-de-paz-con-farc-y-eln/468234
RESTREPO, J. D. “¿Y cómo desactivar el paramilitarismo?”, Semana, 1º de abril de 2016. Disponible en: http://www.semana.com/opinion/articulo/juan-diego-restrepo-paramilitarismo-podria-frenar-proceso-de-paz-con-farc-y-eln/467514
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SEMANA, “El que ríe de último…”, 25 de mayo de 1969. Disponible en: http://www.semana.com/nacion/articulo/el-que-rie-de-ultimo/11726-3
SEMANA EN VIVO, “¿Por qué está en auge de nuevo el paramilitarismo?”, 4 de abril de 2016. Disponible en: http://www.semana.com/nacion/multimedia/semana-en-vivo-paramilitarismo-en-auge-de-nuevo/468072
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