Opinión
Tomado de Semana
Por Antonio Caballero
![]() |
Sábado 3 Noviembre 2012
La magna convención que celebró el otro día el Partido de la U, con todo y expresidente a la entrada y presidente en ejercicio a la salida, y con el único propósito de rodear al presidente -no se supo bien a cuál- ("para que no se escape", como decía el asesinado humorista político Jaime Garzón, cuyos asesinos y cuyos presidentes se escaparon), esa magna convención, digo, fue un chiste. Ni el propio Jaime Garzón lo hubiera hecho mejor. Al día siguiente celebró también su convención el Partido Liberal, y le salió algo menos magna: todos los liberales cupieron en la sala de la casa de un senador. También ellos rodearon al presidente y lo proclamaron su jefe natural. Fue otro chiste.
Son un chiste las convenciones de los partidos porque ya no hay partidos en Colombia, aunque cada día sean más numerosos. No es un partido de verdad el de la U, por ejemplo, que se llama así porque-aunque parezca un mal chiste- esa letra es la inicial del apellido de quien era presidente en ejercicio cuando se fundó, Álvaro Uribe. Pero cuyo logo -una U mayúscula- es el calcado del de la universidad en donde estudió el actual presidente en ejercicio, Juan Manuel Santos, quien a su vez es como la "presencia icónica" que acompaña ese logo y que es -mírenlo en internet- un pájaro del cual dicen que "puede mirar tanto a la derecha como a la izquierda". No hay aquí partidos en el sentido político de la palabra. No representan ideas, ni clases, ni intereses, salvo el muy inmediato de los puestos clientelistas. Por eso todos rodean al presidente de turno y lo consideran su jefe natural. Así están todos muy apretujados en la Unidad Nacional: el liberal, el conservador, el PIN, el Mira, el Verde, el Cambio Radical, cada uno con sus ministros y sus altos consejeros ad hoc, además del ya mencionado Partido de la U, cuyo nombre oficial es -y parece otro chiste- Partido Social de Unidad Nacional, prosopopéyico y sonoro pero insignificante, o sea, carente de significado.
Aquí no hay partidos políticos. Solo clientelas que se agrupan en torno a un caudillo más o menos local y a una palabra más o menos ruidosa. Libertad, orden. Libertad y Orden, dice, aunando los dos conceptos, el lema del escudo nacional, que resume los principios de los dos partidos verdaderos que hubo en Colombia antes de que se dispararan las siglas: libertad por el lado de los liberales, y orden por el de los conservadores. Los llamo partidos verdaderos porque corresponden a los dos temperamentos que históricamente han dividido a los colombianos. Dos talantes, los llamaba Álvaro Gómez Hurtado, y no han querido entender los conservadores que ese sustantivo requiere un calificativo: talante autoritario o talante libertario, talante cerrado o abierto, conservador o liberal. No hay talante a secas.
De los tiempos de la violencia partidista, cuando esos dos talantes se enfrentaron a muerte, recuerdo una anécdota ilustrativa de ambos. Una mujer "de filiación" (como se decía) conservadora, pero de talante liberal, y casada con un liberal, le dijo a su hermano, de filiación conservadora como ella pero de talante conservador: "Si matan a mi marido yo me vuelvo liberal". Y repuso su hermano: " Y si usted se vuelve liberal yo la mato". Recuerdo también otra, más reciente y no sé si apócrifa, pero con aire de auténtica. En una de las infinitas charlas del Caguán se encontraron el conservador (línea Noemí) Juan Gabriel Uribe, hoy ministro de la Unidad Nacional, y el guerrillero Mono Jojoy, hoy difunto, pero cuya línea está en tratativas con la Unidad Nacional; y separándose de los demás del grupo le dijo el uno al otro, no se bien cuál a cuál: "Venga, hermano, que entre godos nos entendemos mejor".
Porque existe siempre un ansia (tal vez una nostalgia) de fraternización, de unión; o de manguala, si se prefiere esta palabra: de Unidad Nacional. "Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión..." decía Simón Bolivar en su última proclama. Y, entre una y otra guerra, todos los gobiernos han sido siempre aquí de unidad nacional, como es este de ahora.
Y no nos ha ido bien. Es mejor (o lo sería) que haya partidos.
Nota sobre el procurador. Según se informa hace meses, el procurador Alejandro Ordóñez se va a hacer reelegir en su cargo por senadores que tienen miedo de que les quite los puestos que les dio a su parientes o pánico de que les abra investigaciones a ellos mismos. A ver si puede más la lambonería para con su recién proclamado jefe natural, el presidente Santos, cuya candidata es la magistrado María Mercedes López.
Aquí no hay partidos políticos. Solo clientelas que se agrupan en torno a un caudillo más o menos local y a una palabra más o menos ruidosa. Libertad, orden. Libertad y Orden, dice, aunando los dos conceptos, el lema del escudo nacional, que resume los principios de los dos partidos verdaderos que hubo en Colombia antes de que se dispararan las siglas: libertad por el lado de los liberales, y orden por el de los conservadores. Los llamo partidos verdaderos porque corresponden a los dos temperamentos que históricamente han dividido a los colombianos. Dos talantes, los llamaba Álvaro Gómez Hurtado, y no han querido entender los conservadores que ese sustantivo requiere un calificativo: talante autoritario o talante libertario, talante cerrado o abierto, conservador o liberal. No hay talante a secas.
De los tiempos de la violencia partidista, cuando esos dos talantes se enfrentaron a muerte, recuerdo una anécdota ilustrativa de ambos. Una mujer "de filiación" (como se decía) conservadora, pero de talante liberal, y casada con un liberal, le dijo a su hermano, de filiación conservadora como ella pero de talante conservador: "Si matan a mi marido yo me vuelvo liberal". Y repuso su hermano: " Y si usted se vuelve liberal yo la mato". Recuerdo también otra, más reciente y no sé si apócrifa, pero con aire de auténtica. En una de las infinitas charlas del Caguán se encontraron el conservador (línea Noemí) Juan Gabriel Uribe, hoy ministro de la Unidad Nacional, y el guerrillero Mono Jojoy, hoy difunto, pero cuya línea está en tratativas con la Unidad Nacional; y separándose de los demás del grupo le dijo el uno al otro, no se bien cuál a cuál: "Venga, hermano, que entre godos nos entendemos mejor".
Porque existe siempre un ansia (tal vez una nostalgia) de fraternización, de unión; o de manguala, si se prefiere esta palabra: de Unidad Nacional. "Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión..." decía Simón Bolivar en su última proclama. Y, entre una y otra guerra, todos los gobiernos han sido siempre aquí de unidad nacional, como es este de ahora.
Y no nos ha ido bien. Es mejor (o lo sería) que haya partidos.
Nota sobre el procurador. Según se informa hace meses, el procurador Alejandro Ordóñez se va a hacer reelegir en su cargo por senadores que tienen miedo de que les quite los puestos que les dio a su parientes o pánico de que les abra investigaciones a ellos mismos. A ver si puede más la lambonería para con su recién proclamado jefe natural, el presidente Santos, cuya candidata es la magistrado María Mercedes López.
Comentarios
Publicar un comentario
Este es un espacio para la sana exposición de las ideas. La paz se hace con un diálogo fundamentado en la descencia y el respeto. Por favor omitir groserias y vulgaridades.