Análisis
Colombia Soberana
Para Alianza de Medios y Periodistas por la Paz con Justicia Social AMP
La Región Pacífica colombiana es una faja que comprende el departamento del Chocó, y parte de los departamentos de Valle, Cauca y Nariño. Sobre esa faja, olvidada por mucho tiempo, se han posado los ojos del poder nacional, y obviamente internacional y multinacional.
No se necesita ser un gran historiador para hablar con propiedad de la situación histórica de la región. Chocó, el departamento más grande, está conformado mayormente por una amplia y húmeda selva, tan grande y difícil pero bastante rica, no solo en fauna, flora y agua, entre otros, sino también metales preciosos. El resultado no era otro que el esperado: la extracción del preciado metal.
En el descubrimiento y la colonia los españoles llevaron mano de obra esclava, sobre todo los africanos traídos a nuestro país de forma cruel e inhumana, lanzándolos a estos parajes inhóspitos a realizar trabajos forzados, conformándose así una serie de comunidades africanas que dan origen a los afrodescendientes de la actualidad el 90% de la población aproximadamente. El otro 10% está conformado por indígenas, que al igual que los africanos, también fueron esclavizados para la explotación de estos materiales y la toma de sus tierras.
En aquellos oscuros años los fragmentos de Valle, Cauca y Nariño no fueron tan apetecidos, puesto que el resto de los departamentos nombrados eran apreciados por sus tierras y otra serie de riquezas, así que esta franja sirvió de refugio a los pueblos originarios desplazados de sus tierras, lo cual explica que sus ciudadanos actualmente sean de mayoría indígena.
En nuestros días en la zona habita comunidades indígenas como los Embera, Awa, Waunan, Tule, Eperara-Shapidara, algunos indígenas Páez y otros grupos más pequeños que podrían extinguirse. Estos bellos parajes son el hogar de cinco parques nacionales naturales: Ensenada de Utría, Tatamá, Sanquianga, Los Katíos y Uramba Bahía Málaga.
A pesar de la diversidad natural y cultural y las riquezas que posee, es un territorio completamente olvidado. Por ejemplo, recordemos un vergonzoso episodio en el cual Roberto Mesa, un diputado de Antioquia, decía que “meterle plata al Chocó es como meterle perfume a un bollo”, suceso que fue obviamente más que criticado por la sociedad, pero también por los gobernantes que salieron a rasgarse las vestiduras, sabiendo que esa, precisamente, ha sido y sigue siendo la política de los gobiernos nacionales y locales por un largo tiempo.
De la Región Pacífica colombiana solo se acuerdan para explotarla y sacarle sus riquezas. Ahora no es extraño que las “locomotoras” de Santos, la de la minería y la seguridad, estén arrasando la región. La militarización, la adjudicación de grandes zonas mineras a las multinacionales y la estigmatización de los indígenas, afrodescendientes y mineros artesanales, mal llamados ilegales, son las cartas del mismo macabro juego, pues estamos presenciando una de las etapas más fuertes del desarrollo económico que nos impone el neoliberalismo, cuyo fin es robarles los recursos y sus tierras a la gente de la región para entregárselas al gran capital.
Esta etapa es una de las más contradictorias, pues la explotación de recursos ha de producir muchos beneficios, solamente para los más ricos, mientras que las comunidades les dan un triste adiós a sus riquezas y ven cómo son olvidados, y sus tierras y recursos masacrados.
Se anuncia más y más balas, más y más violencia contra las comunidades, más y más mineros detenidos masivamente inculpados de ser de las FARC, más y más indígenas judicializados por ejercer su derecho de protección a sus territorios y su gente, más y más miseria, más y más despojo y más y más guerra.
Los ojos de los ricos están en la Región Pacífica, no seamos indiferentes y dirijamos los nuestros también, solidaricémonos con nuestros hermanos Chocoanos, Caucanos, indígenas, mineros… Solidaricémonos con Colombia, con la Colombia que sufre directamente la guerra, con la Colombia linda y luchadora.
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