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Iván Cepeda, el hombre que ha puesto contra las cuerdas a Uribe Vélez

 Análisis

Tomado de Pacocol

Por  Carlos Aznares


Nombrar a Iván Cepeda en Colombia es referirse a uno de los grandes baluartes de la lucha por los Derechos Humanos. Político y filósofo, se ha dedicado a desenmascarar al paramilitarismo y su relación con el narcotráfico, y en ese sentido es quien más ha aportado elementos para que el ex presidente Alvaro Uribe termine en el banquillo de los acusados. Elegido como representante a la Cámara entre 2010 y 2014, actualmente Cepeda es senador por el Polo Democrático Alternativo.

Es uno de los fundadores del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE) y ha sufrido el gran dolor de ver cómo el paramilitarismo asesinara en 1994 a su padre, integrante de la Unión Patriótica.


Cepeda además, ha sido uno de los facilitadores de los incumplidos Acuerdos de Paz de La Habana y ha tratado empeñosamente en que haya diálogo con el ELN. Hoy, este brillante senador es una de las grandes referencias de la política colombiana y sobre todo de una izquierda que busca el camino para llegar al gobierno y acabar con tantos años de malos gobiernos.


–Eres uno de los hombres que junto con otros dirigentes sociales más has venido denunciando hace mucho tiempo, el funcionamiento del establishment colombiano y sobre todo, el comportamiento de Álvaro Uribe Vélez, ex presidente y ahora uno de los enjuiciados. ¿Cuál es tu opinión sobre cómo se está encarando este juicio a Uribe y si crees que algo empieza a cambiar para que realmente pague por todo lo que ha hecho?


-Esta es una historia larga que se remonta al comienzo del primer mandato de Uribe. Estuve en el proceso de creación de la Asociación de víctimas de crímenes de Estado que es una amplia coalición de organizaciones y personas que han sufrido la violencia estatal en Colombia. Hubo crímenes estelares y paramilitarismo, y por supuesto en ese momento Uribe intentó crear una especie de muro de impunidad para que los paramilitares tuvieran llegada al Congreso del Estado, lo que se llamó la parapolítica en Colombia. De ahí en adelante hemos tenido una historia muy intensa de confrontaciones políticas que han ido derivando en confrontaciones judiciales. Más por culpa de él que por iniciativa mía. Yo también lo he denunciado por crímenes de lesa humanidad y es uno de los casos que esta hoy en la Corte Suprema.


Como suele ocurrir en estas ocasiones, como decimos nosotros, la cuerda se corta por lo más fino, fue el caso de manipulación de testigos, sobornos a más de una veintena de testigos paramilitares y el intento de fraude judicial, lo que llevó a esta situación.


En esto tengo un principio de realismo, me parece que la actitud que hay que tener en la lucha de los DDHH es saber que los procesos son lentos, hay avances y retrocesos, hay derrotas y victorias. Pero aquí lo fundamental es la constancia y la perseverancia. Que lo digan si no las Madres de Plaza de Mayo por ejemplo, así se demuestra que se puede avanzar. Confío plenamente en eso. Su detención, marca un hito, no sé si vaya avanzar a un juicio, pero es su derrota política, ha tenido que salir del Congreso.


-¿Siempre se habla de la relación de Uribe con el paramilitarismo y el narcotráfico, pero cuántas pruebas hay en ese sentido?


-Hay pruebas que no emanan de ninguna fuente distinta que Uribe mismo, Uribe ha reconocido su amistad y relación estrecha con narcotraficantes y con varios clanes de los más poderosos. SI ustedes recuerdan la historia del cartel de Medellín, donde estaban los hermanos Escobar y los Ochoa.


El de los Ochoa es un clan poderoso que además se encargan de negocios de ganadería. Uribe lo ha reconocido, lo ha dicho con orgullo, incluso ha habido una relación familiar entre su padre y sus hermanos con los hermanos y el clan Ochoa, para mencionar un ejemplo, pero hay muchos. Se está por demostrar judicialmente, si esta amistad; además de por sí ser bastante sospechosa o una amistad ilegal, se tradujo en un vínculo criminal.


Esas son acusaciones que se han hecho con muchos testimonios. Una veintena de paramilitares que han dado testimonio, señalando condiciones muy específicas, circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que se desarrolló una relación con Uribe. Como si esto fuera poco, Uribe ha tenido una participación política, en acciones que han desarrollado efectivamente el estado del paramilitarismo, como son la creación de unas empresas que se dieron a partir de mediados de 1990 que se llamaron Convivir, que fueron prácticamente el armazón, la estructura utilizada para desarrollar el paramilitarismo nacionalmente.


Si bien Uribe no era el presidente de la República, sino gobernador en esa etapa, fue el que con más entusiasmo desarrolló estas estructuras que posteriormente se demostró que estaban conformadas por paramilitares.


Es decir, hay actas públicas, documentos en los que figuran jefes paramilitares, que todavía no eran conocidos en esa época, dirigiendo esas empresas. Así podría desarrollar el tema de manera más amplia. También hay familiares de Uribe que han sido condenados por paramilitarismo, como es el caso de su primo y su hermano Santiago que hoy está a pasos de una condena por paramilitarismo. Varios de sus amigos políticos, socios, congresistas, aliados, ministros han sido condenados por nexos paramilitares.


-¿Cuánto puede aportar a todo este proceso de llegar a la verdad, esta deportación que van a hacer de Salvatore Mancuso a Colombia?


-Se trata de una pieza clave. Salvatore Mancuso proviene de una familia italiana que llegó a Colombia, concretamente a un departamento costero, de la costa este de Colombia que se llama Córdoba. Es un departamento que fue estratégico en el desarrollo del paramilitarismo. Había un monumento público dedicado a los paramilitares. En los clubes sociales, los paramilitares se reunían entre ellos y con dirigentes políticos. Incluso con Uribe, quien tiene una gran hacienda en esas tierras. Hoy está pagando lo que él llama “un secuestro” en unas 1500 hectáreas, es gigantesca.


Los Mancuso, son varios hermanos, y por supuesto, que Uribe y Mancuso se conocieron, es más, hacían competencias hípicas, tenían relación muy estrecha. El gobierno colombiano que hoy está dirigido por el partido de Uribe y el alumno político que es el Presidente Duque no tienen interés de que Mancuso venga a relatar de manera pormenorizada todas esas anécdotas sociales que derivaron en crímenes de lesa humanidad.


-Hay un tema crucial que son los Acuerdos de Paz, que lamentablemente han sido dejados de lado por el gobierno. ¿Cuál es tu opinión sobre las razones por las que esos acuerdos han fracasado y si no ha habido cierta ingenuidad en los firmantes, por parte de la FARC, sobre el particular.


-Creo que más que un fracaso, hubo un total incumplimiento, porque si se hubieran aplicado de una manera exitosa, otra cosa estaría sucediendo en Colombia. Hay una lucha política. Hay cinco reformas que no son conquistar el paraíso, pero que sí son importantes. La reforma rural, una reforma que tiene que ver con el mundo político y democratizar el país. Otra que tiene que ver con el tema del narcotráfico y un enfoque distinto. Otra tiene que ver con desarrollar un modelo de Estado diferente en los territorios. Una última que tiene que ver con la verdad y la justicia para las víctimas.


Esas cinco reformas son explosivas para el establecimiento político más conservador. Porque afectan sus intereses y no tanto porque impliquen una revolución social y política, sino porque podría ser el inicio de una transformación que está en la base del conflicto armado en Colombia.


Entonces, hay que decir que el Acuerdo de Paz es un acuerdo muy valioso. Al que se ha opuesto la extrema derecha porque sabe de su significado político. Si el Acuerdo de Paz fuera un asunto intrascendente que no causara ninguna clase de perturbación en la clase política, seguro que no habría tantos esfuerzos no solamente por no aplicarlo, sino por asesinar a quienes lo han firmado y a los líderes sociales de los territorios que claman porque se aplique. Así que acá hay una contradicción, si uno parte de la teoría de la lucha de clases, el Acuerdo de Paz es por supuesto un campo de confrontación social. No es simplemente un engaño que la clase política hizo para caer en una trampa.


Hay un problema de fondo. Estas reformas nos han costado muchas vidas en Colombia y nos van a seguir costando. Hasta donde fueron ingenuas las FARC para firmar esto, creo que no se les pueda acusar de eso. Ellos lo sabían perfectamente y lo dijeron. «Nosotros sabemos que van a incumplir», pero a conciencia tomaron esa decisión política, que creo ha sido adecuada. Porque el conflicto armado no es el camino, nos ha dejado miles de víctimas en el país. No hemos podido avanzar, tras muchos esfuerzos y sacrificios en reformas democráticas elementales. Ha sido utilizado por Estados Unidos para convertir a Colombia en el laboratorio y en la plataforma dirigida a todo el continente de los peores métodos para tratar a los movimientos populares y alternativos en muchos países. Los métodos que se aplicaron en Colombia luego fueron exportados al resto del continente.


Quiero recordar que los ex presidentes Macri y Uribe son dos grandes amigos, algo de lo que estoy diciendo les ha tocado a ustedes allá. Así que por todas esas razones hay que defender ese Acuerdo. A pesar de las dificultades y problemas que tiene, hay que celebrar tanto ese Acuerdo como la lucha por la paz.


-Estamos en estos momentos en presencia de más tropas norteamericanas en Colombia, siempre las hubo pero ahora se ha facilitado la entrada con excusas varias. ¿Cómo ves que está reaccionando la población frente a esta especie de “invasión» que está sufriendo, además con la luz verde por parte del gobierno de Duque?


-Esta invasión es solamente, eso, una pieza de una gran invasión. Esto no son solo 53 asesores que vinieron a Colombia. Esto es una pieza de un gigantesco operativo que ya existe. Tiene muchos componentes. Por ejemplo, una flota que por primera vez hace una incursión tan importante, con sus buques de la armada estadounidense en el Mar Caribe. Pero también elementos ilegales como por ejemplo la incursión que hubo en Venezuela. Dicen que van a invadir Venezuela, pero ese no es el plan.


Acá es como hicieron en Vietnam, comienzan con una serie de dispositivos que se van creando en un escenario que al final termina desencadenando una especie de espiral incontenible. En Venezuela hay sectores que están proclives a utilizar la fuerza. Tiene una importante concentración de tropas en las fronteras. Entonces, se está creando un escenario muy peligroso. Esto lo intentan maquillar simplemente como la lucha contra el narcotráfico y eso no es cierto.


Desde que están operando estas tropas, que logramos detener con acciones judiciales, a pesar de eso se ha burlado olímpicamente de nosotros y la justicia.


Estamos precisamente en eso ahora, desde el 2 de julio que están las tropas en Colombia se ha desatado un espiral de masacres, decimos masacres cuando son contra más de tres personas. Han intervenido en tres de las zonas donde están los militares estadounidenses con este tipo de acciones criminales.


Eso no quiere decir que son ellos los que lo están promoviendo, no podemos asegurar eso. Pero es evidente que fueron traídos para delimitar a los grupos criminales que hay en esos territorios. Queda en evidencia que esta estrategia es un fracaso. Porque lo que está ocurriendo es que a partir de la llegada de esas tropas se ha incrementado la violencia.


-¿Crees que existe complicidad del ejército colombiano en todo esto?


-Colombia es una sociedad que paradójicamente al proclamarse democrática es la más militarista del continente. Es un rasgo importante. Han cometido crímenes más graves que las peores dictaduras que tuvo el continente. Eso demuestra que una democracia formal puede ser más sanguinaria que un Estado dictatorial. Porque en esta estructura las fuerzas militares tienen un lugar central. No solamente las fuerzas militares, sino que también se puede exagerar ese rol. En las fuerzas militaristas hay también civiles que son peor que los militares, porque no se ponen en juego, y pueden incluso ser irresponsables.


En Colombia hay muchos militaristas civiles. Comenzando por Álvaro Uribe. Se ha desarrollado una tradición histórica de declinación de cualquier posición de soberanía del ejército colombiano. Ha sido el que más militares ha enviado a la Escuela de las Américas.


Hay que recordar que Colombia participó de la guerra de Corea a través de un batallón. Ha sido el Estado más proclive a aprobar las decisiones más intervencionistas de Estados Unidos o de Inglaterra, por ejemplo. Es el caso de las Malvinas en Argentina.


Hay una larga tradición, y el proceso de paz significó una primera fisura en ese aspecto. Se ha manifestado en denuncias al ejército sobre corrupción, involucramiento de sus colegas de armas en el paramilitarismo y narcotráfico. Eso muestra que el proceso de paz puede tener efectos democráticos en las fuerzas militares.


–¿Cómo ves a la izquierda colombiana de la que eres parte, para enfrentar la actual coyuntura? Es sabido que después de este proceso difícil que relataste, del incumplimiento del proceso de paz, hubo cierta desmovilización, pero en octubre pasado se produjo una reacción potente, como Chile, como en otros países


-Creo que hay varios factores que han contribuido a que la izquierda colombiana pueda aspirar a ser gobierno. En estos factores está el hecho de que el proceso de paz ha significado una mínima apertura, mínima pero importante apertura democrática de los sectores de izquierda.


Pudimos por primera vez que un candidato nuestro llegue a la segunda vuelta de la presidencia sin que lo hayan asesinado. Vale marcarlo, obtuvo 8 millones de sufragios. Hemos tenido varios mandatarios provinciales que han ejercido su administración exitosamente. Todo es parte de lo que estamos contando, la invasión gringa por etapas, el hecho de que se trabaje intensamente para que se destruya el Acuerdo de paz, el hecho de la persecución a líderes y lideresas territoriales, el desprestigio a por ejemplo Gustavo Petro o a casi todos nosotros y nosotras, pues todo eso muestra que lo que hay allí es un rumor de que han madurado condiciones.


Eso a mi modo de ver explica mucho de lo que estamos hablando. No serían comprensibles campañas tan agresivas si no se tuvieran las posibilidades de triunfar electoralmente. ¿Triunfar electoralmente es construir un Estado socialista? Esa es una gran discusión que tenemos y creo que lo que milita en contra de la izquierda hoy no es la derecha ni estos asuntos. Sino nuestra propia lógica, acá el desafío es interno. De lograr la coalición y la unidad que precisamos para asumir como gobierno con otras fuerzas que van más allá de la izquierda.


–En la izquierda colombiana hemos visto hombres y mujeres con liderazgos fuertes que después han tenido idas y vueltas. Como tú dices, el enemigo de la unidad está en nosotros mismos. ¿Piensas que hay posibilidad de cierto liderazgo y organización que unifique a esta izquierda para llegar al gobierno?


-Es la única forma. El problema no es el resultado electoral. Es lo que discutimos. Se pueden ganar las elecciones, después de tanta crisis política de la extrema derecha que usó la pandemia para concentrar el poder propio. Podemos ganar la elección, tenemos varias personas, un programa, la experiencia, hay factores que se pueden pensar en esa materia. Pero no basta con triunfar, hay que tener un modelo de gobierno y una sostenibilidad, que es un bloque histórico, como dice Gramsci, para salir adelante en este momento.


-Por último, cuán difícil es ser un luchador de DDHH en Colombia. Lo digo por tu historia personal, sentiste en carne propia el dolor enorme de perder a un padre sino también ponerte en la mira del paramilitarismo y demás sectores reaccionarios de Colombia. Es admirable para nosotros, los que sufrimos acá en Argentina por la pérdida de compañeros y compañeras, que tu sigas tan fortalecido y constante en la defensa de los DDHH. Pero reitero ¿cuánto cuesta eso personalmente y políticamente?


-Es un reto significativo, tiene riesgos altos y la familia y el entorno sufren. Creo que es lo que más me afecta, no tanto otros asuntos. Pero eso si es un factor sensible. Ahora hay dos reflexiones importantes sobre esto. Por supuesto que esa es la única opción y la mejor y más digna. Suscribo a esa idea de Marx, el peor defecto del ser humano es el servilismo o la servidumbre, así que creo que esa es una opción digna y única posible. Si para personas como yo, la situación es muy difícil, hay que pensar cómo es la situación de líderes y lideresas campesinas que tienen una posición dirigente en comunidades afro e indígenas. Lo nuestro es más viable y nosotros tenemos la posibilidad de expresarnos en medios de comunicación, como ahora. Tenemos un nivel de visibilidad que no es una cosa menor. Quienes sufren realmente, en el silencio y la invisibilidad son las personas que lideran territorios.


8 de septiembre de 2020


Addendum:

Mentiras y verdades del caso Uribe (por: Iván Cepeda Castro)


Todo indica que esta semana un juez de garantías examinará si el exsenador y expresidente Álvaro Uribe Vélez debe continuar privado de libertad en reclusión domiciliaria. Si algo ha quedado demostrado con creces en el mes transcurrido desde que la Corte Suprema de Justicia tomó esta medida, es que el investigado no ha dejado de conspirar y atentar contra la administración de justicia.


Desde su gran hacienda, El Ubérrimo, ha desplegado dentro y fuera del país una sediciosa campaña contra la Justicia, contra los magistrados que han instruido el proceso, y contra la parte civil. En compañía de su entorno político y del Gobierno Nacional, no ha vacilado en atacar principios fundamentales del Estado de derecho, con acciones que han incluido intentos de difamación personal e institucional, la calumnia sistemática y la instigación a la violencia que pone en riesgo la vida e integridad de los otros intervinientes en el proceso judicial. Por estas razones, la única decisión procedente es ratificar la privación de libertad y avanzar hacia un juicio.


A pesar de los denodados intentos de manipular la opinión pública con interpretaciones que tergiversan o buscan banalizar los elementos probatorios del expediente de la investigación contra el exsenador, es inocultable la solidez de la base que sustenta las decisiones que ha tomado la Sala Especial de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia.


Se dice que contra el investigado Uribe Vélez no hay “una sola prueba reina”. La realidad es que en su contra pesan toda clase de indicios, evidencias y pruebas, que configuran un acervo que debe conducirlo a juicio y a condena. He aquí un somero y breve extracto de esa abundante carga probatoria.


Después de nueve años de procesos de investigación realizados por diversas instancias judiciales y disciplinarias, primero contra mí y luego contra el exsenador Uribe, el panorama es el siguiente: he sido exonerado de responsabilidad penal en la Corte Suprema de Justicia, en la Procuraduría General de la Nación (dos instancias), y en el Consejo de Estado (acción fallida de pérdida de investidura).


Por otra parte, uno de los intermediarios con falsos testigos del exsenador Uribe, el abogado Diego Javier Cadena, fue objeto de imputación de cargos y medida de aseguramiento privativa de la libertad por parte de la Fiscalía General de la Nación en la presunta comisión de los delitos de soborno en concurso homogéneo en actuación judicial y fraude procesal.


Por su parte, Uribe ha sido objeto de una medida de aseguramiento privativa de la libertad, equivalente a una imputación de cargos por los mismos delitos. Además, el representante a la Cámara, Álvaro Hernán Prada, está siendo investigado en condición de presunto cómplice de estos delitos.


Durante estos años, la defensa de Uribe ha presentado una veintena de falsos testigos ante la Corte Suprema de Justicia. Por parte mía y de mis abogados, no hemos presentado ante ninguna instancia judicial ningún testigo. Desde el comienzo del proceso, las falaces declaraciones fueron hechas por escrito y con un mismo libreto; muchas de ellas elaboradas por terceros. La Corte encontró que se cometían el mismo tipo de errores como invertir el orden de los apellidos de determinadas personas.


Uno de los declarantes que inicialmente presentó la defensa de Uribe a su favor, Carlos Enrique Vélez, alias ‘Víctor’, dejó al descubierto ante la Sala Especial de Instrucción que habría sido comprado su testimonio con un ofrecimiento de $200 millones, de los cuales se hicieron pagos por más de $40 millones. Esa situación fue tenida en cuenta como parte de la inferencia válida para la imputación de Diego Cadena. Este abogado también ofreció y gestionó diligencias legales sobre asuntos que Vélez tiene pendientes ante la justicia. Otro de esos “testigos”, el señor Carlos Enrique Areiza, declaró que se le habría presionado para entregar una falsa declaración escrita en mi contra, luego de lo cual fue asesinado.


El falso testigo Enrique Pardo Hascher aparece en una grabación realizada por Juan Guillermo Monsalve intentando convencerlo de que acepte las ofertas de Uribe, quien según él “es un Dios”. A Juan Carlos ‘El Tuso’ Sierra, narcoparamilitar quien purgó pena en EEUU, Diego Cadena le preparó un par de escritos presentados ante la Corte Suprema de Justicia.


No obstante, cuando fue citado ante el tribunal supremo no quiso declarar y, en entrevista con un medio de comunicación, su abogado estadounidense desmintió que en su presencia se hubiera cometido cualquier intento de soborno. A Salvatore Mancuso se le ofreció también que presentara ante la Corte un escrito previamente elaborado por Cadena, pero ante su negativa la defensa de Uribe no volvió a solicitar esa declaración.


Como puede verse, en la investigación ha quedado probado que Cadena preparó para los “testigos” cartas elaboradas bajo un mismo guión que tenía varios puntos esenciales: el mismo tipo de inculpaciones en mi contra, la negación de que los señores Juan Guillermo Monsalve y Pablo Hernán Sierra hubieran pertenecido al grupo paramilitar de la hacienda de los Uribe, Guacharacas; la afirmación de la total inocencia de Álvaro Uribe y su hermano Santiago en hechos relacionados con el paramilitarismo. Los interrogatorios de la Corte han demostrado abiertas contradicciones entre los declarantes, y de cada uno con las declaraciones prefabricadas.


Uribe nunca ha presentado ante la Corte Suprema un poder que acredite a Cadena como abogado perteneciente a su defensa judicial. La no formalización de ese vínculo obedece a su deseo de mantener una especie de zona gris que lo distanciara de sus actuaciones sin dejar de beneficiarse de ellas.


Tan graves han sido éstas que el exsenador ha intentado negar conocimiento directo de las mismas, utilizando a Cadena como un “abogado en la sombra”, aduciendo que “no es del temperamento” de sus abogados de mostrar en público realizar el tipo de tareas encomendadas al “abogangster”, como jocosamente se hace llamar Cadena.


En un video grabado por Juan Guillermo Monsalve, él le hace explícitos ofrecimientos a cambio de su retractación. Cadena no solo redactó las cartas para que fueran suscritas por varios de los “testigos”, sino que como ya se dijo ofreció beneficios económicos y en la investigación aparecen consultas sobre cómo disimular ofrecimientos de gestiones judiciales para sobornar a algunos de los exparamilitares.


En fin, la Corte estableció un verdadero modus operandi consistente en trece patrones en las actuaciones de Diego Cadena ordenadas por Uribe. Como si todo esto fuera poco, la opinión pública conoció una sórdida conversación entre Cadena y su hermano en la que se amenazaba con emprender acciones ilegales contra el reconocido columnista Daniel Coronell.


Es innegable el rol determinante de Álvaro Uribe Vélez en la planificación y realización de este entramado de falsos testigos, cuyo propósito esencial ha sido intentar descalificar las declaraciones que señalan su responsabilidad y la de su hermano Santiago, en la conformación y operación de grupos paramilitares en sus haciendas en Providencia y Yarumal, Antioquia, así como en la presunta ejecución de crímenes de lesa humanidad que también son investigados actualmente.


Desde el comienzo de este proceso, en 2012, en forma sistemática intermediarios como los señores Wilser Molina, Juan Guillermo Villegas Uribe y Diego Javier Cadena, han informado en detalle a Uribe sobre las tareas tendientes a obtener y urdir falsas declaraciones escritas o a través de videos.


Está probado que Cadena le reportó a Uribe de cada uno de sus contactos con los exparamilitares, dentro y fuera del país. Esa costumbre de supervisar e informar en tiempo real de esos contactos, encargados por el propio exsenador, se demuestra en otros casos también.


Por ejemplo, el 20 de febrero de 2018 estando reunido con Carlos López, alias ‘Caliche’, el representante a la Cámara Álvaro Hernán Prada llamó en tres oportunidades al expresidente y éste le devolvió la llamada. El asunto del que se hablaba era obtener una retractación del testigo Juan Guillermo Monsalve a cambio de dádivas antes de que expirara el plazo para presentar una reposición del Auto Inhibitorio en el que la Corte ordenaba compulsa de copias contra Uribe.


En su investigación, la Sala Especial de Instrucción constató que, una vez advertidos que estaban siendo interceptadas sus comunicaciones por la información aparecida en los medios de prensa, las conversaciones legalmente obtenidas entre Uribe y Cadena no eran espontáneas sino utilizadas para dejar establecidas coartadas. Es más, a pesar de haberse enterado, supuestamente con posterioridad de las conductas ilegales de Cadena, Uribe siguió encargándole acciones, justificando con ello su actuación.


En el expediente aparecen situaciones que dejan al descubierto que Uribe conocía que se habían elaborado escritos o que se harían ofrecimientos a Carlos Enrique Vélez, Juan Guillermo Monsalve y Juan Carlos Sierra. Otro medio de conocimiento directo de lo que estaba aconteciendo o de transmisión de instrucciones precisas sobre los contactos con los exparamilitares, se hacía a través de miembros de la Unidad de Trabajo Legislativo del exsenador.


Contrario a su afirmación de que a él llegaban datos sobre la existencia de personas que en las cárceles del país querían aportarle información, ha quedado establecido un procedimiento claramente destinado y organizado para conseguir a través de intermediarios versiones a cambio de promesas de soborno o sobornos reales para engañar a la justicia. Esa fabricación de testigos la han querido encubrir presentándola como “recolección de testimonios en ejercicio del derecho a la defensa”.


La Corte ha ordenado investigar a muchos de los falsos declarantes y a quienes han fungido como intermediarios con ellos. Tal es el caso de Enrique Pardo Hasche, Victoria Eugenia Jaramillo Ariza, Eurídice Cortés, alias Diana; Máximo Cuesta Valencia, Elmo José Mármol Torregrosa, Giovanny Cadavid Zapata, Carlos López, alias ‘Caliche’; el primo de Álvaro Uribe, Mario Uribe Escobar, Samuel Arturo Sánchez Cañón, entre otros.


Por todas estas razones, y muchas otras que están contenidas en el auto de medida de aseguramiento proferido de manera unánime el 3 de agosto de 2020 por la Sala Especial de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, es comprensible la obsesiva campaña mediática que busca convertir esta rigurosa investigación en un compendio anecdótico en el que se pretende, inútilmente, diluir la innegable responsabilidad del exsenador Uribe y garantizar su impunidad.


Tomado de telesuttv.net y cuartodehora.com

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