Análisis Por Luz Marina López Sobre la pulida madera, un tablero del popular juego de "parqués", con sus dados y fichas. Detrás, otro del también popular “damas chinas”. Más arriba, sobre la ventanita de vidrio, una diminuta botellita de ron, un tabaco, una pequeña lagartija verde muy delicada, y picadura de marihuana esparcida. Los muchachos se acercaban, hacían un toque sobre el madero como anunciando su llegada, y lanzaban los dados sobre el tablero: "Tú turno parce" decían y se retiraban. Ya hacia las diez de la noche cuando se terminaba el servicio del lugar y debían retirarse, los muchachos, camisas negras, caras rabiosas, doloridas, volvían sobre la tabla y golpeando el vidrio, se despedían: "Mañana nos vemos parce." Y quedó solo el lugar, aromado de flores y de tristeza. Le dediqué una última mirada antes de abandonar la sala, pero si tirar los dados ni decir palabra alguna: no me correspondía, no era de su parche. Apenas co
La voz de los oprimidos