AnƔlisis
Tomado del Espectador
Por Alfredo Molano
Imagen d eInternet elmundo.es |
Cuando estudiaba en ParĆs, pocos aƱos despuĆ©s de mayo del 68, y nos pillaban robĆ”ndonos una libra de carne o un tarro de aceitunas en un supermercado, nos defendĆamos en la comisarĆa con la figura de “robo famĆ©lico”; prometĆamos entonces no volver a hacerlo y asunto arreglado. Estoy hablando de una repĆŗblica donde no fue presidente Francisco de Paula Santander y donde tampoco se lo habrĆan aguantado. Somos un paĆs de fĆ³rmulas legales, hechas para enredar a todos y dar de comer a sus autores.
El Gobierno ha presentado, para ser aprobado vĆa rĆ”pida, un proyecto de ley que define el tamaƱo de las parcelas con cultivos ilĆcitos, que en el caso de la coca se limitarĆa a 3,8 hectĆ”reas. La esencia del proyecto –que honra el acuerdo de La Habana– consiste en rebajar las penas por cultivos de coca, marihuana o amapola siempre y cuando los campesinos se acojan a los programas de sustituciĆ³n (suponiendo que algĆŗn dĆa Pardo los deje andar). Hoy las penas varĆan entre seis y 12 aƱos por chagra, sin importar su tamaƱo; de ser aprobada la ley, quedarĆan entre uno y cuatro aƱos excarcelables. Se trata de un estĆmulo a la sustituciĆ³n por cultivos legales apelando a la figura de delito de hambre, introducido en el Acuerdo y que reconoce de hecho la naturaleza socioeconĆ³mica de los cultivos ilegales.
El fiscal NĆ©stor Humberto MartĆnez, que de seguro estudiĆ³ en Francia, ha puesto el grito en el cielo y declarĆ³ que la FiscalĆa –o sea Ć©l mismo– estĆ” aterrada con el proyecto de ley. Una nueva zancadilla a la paz. ValdrĆa la pena que el doctor MartĆnez se echara una caminada por las zonas de colonizaciĆ³n y dejara en su oficina los cĆ³digos por un rato.
Hagamos cuentas: segĆŗn cultivadores de Tumaco, una hectĆ”rea de coca amarga –la variedad promedio– produce al mes un kilo y medio de pasta bĆ”sica, que a precios de hoy –2,2 millones/kilo– le dejarĆa a un campesino en cada cosecha un total bruto de 3,3 millones. Al aƱo unos 20 millones por hectĆ”rea; o sea, 76 millones por chagra de 3,8 hectĆ”reas. Si se descuentan los gastos –que cambian mucho por la variedad y la distancia los mercados–, se podrĆa estar hablando de 30 millones limpios. Si se asume que cada chagra es cultivada por una familia compuesta por cinco miembros que trabajan todos tumbando monte, sembrando, cosechando y sacando base de coca, a cada uno corresponderĆa un salario anual de seis millones: 500.000 pesos mensuales. ¡Menos del salario mĆnimo legal sin prestaciones! MĆ”s aĆŗn, en Tumaco, seƱor fiscal, hay 19.305 familias que cultivan coca en 15.933 hectĆ”reas, o sea, el promedio de chagra familiar es de 0,82 hectĆ”reas. ¿CuĆ”l es el miedo de la –digamos– letra de la ley a semejante panorama? Una finca de 0,82 hectĆ”reas producirĆa, limpios, al aƱo, 6,3 millones de pesos, que distribuidos entre cinco miembros, darĆa al aƱo 1,2 millones de pesos para cada uno, unos 105.000 pesos al mes.
Esa es la realidad en nĆŗmeros de un cultivo familiar promedio en Tumaco, por el que un cultivador tendrĆa que pagar hoy seis aƱos de cĆ”rcel. Estamos hablando del eslabĆ³n mĆ”s dĆ©bil de la cadena del narcotrĆ”fico, que comparado con lo que se robĆ³ el exfiscal contra la corrupciĆ³n con el cartel de la toga es del tamaƱo de una gota de agua en el rĆo BogotĆ”.
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