“Yo no tengo garantizado el derecho a la
defensa; no me permiten enviar documentos a mi abogado ni a los jueces en
Colombia, donde pruebo mi inocencia; eso lo tienen que denunciar mis compañeros
ante la delegación del gobierno en La Habana. Ni siquiera me permiten hablar
con el CICR”, así protesta Simón Trinidad, encadenado, desde el
inframundo de la prisión de máxima seguridad de Florence, Colorado, Estados
Unidos, ante un juez que lo procesa desde la ciudad de Neiva, Colombia.
Diez
años de infamia completa ya, confinado, tras las rejas del imperio, el
destacado combatiente de las FARC-EP, sin doblegarse, sin quebrarse, y sin
ningún pestañeo de duda en su conciencia, pese a los tratos crueles y
degradantes a que ha sido sometido por las autoridades estadounidenses.
Simón
fue extraditado por la perfidia del ex presidente Uribe, comandante supremo del
paramilitarismo en Colombia, personaje siniestro consentido por Washington a
pesar de estar incurso en crímenes internacionales, de guerra y de lesa
humanidad. Y fue extraditado Simón violando el precepto constitucional que
prohíbe la extradición de nacionales por motivaciones políticas.
Como
no lo podía enviar a los Estados Unidos por rebelión, el señor Álvaro Uribe
Vélez, en un acto de venganza y chantaje, asociándose para delinquir con la inteligencia
militar y el Fiscal General, Camilo Osorio, montó y fabricó el falso positivo,
el cargo mentiroso de narcotráfico, para lograr el repulsivo propósito.
De esta manera fue extraditado Simón por un
gobierno mafioso. El país recuerda su imagen cuando era conducido por los
gringos al avión, con el ademán de levantar sus puños esposados y lanzando vivas
a Bolívar, a Manuel Marulanda y a las FARC.
Allá
en los tribunales del norte, acusado en una lengua extranjera, derrotó con argumentos
irrebatibles la mentira, a desertores y a testigos falsos llevados desde
Colombia. Con la asesoría de su defensor de oficio, el abogado Robert Tucker,
Simón Trinidad fue absuelto en los Estados Unidos del cargo de narcotráfico, derrotando
la manipulación de jueces inicuos como Joyce Lamberth.
Pero
los Estados Unidos, empeñados como estaban en lanzar una “señal fuerte”a las
FARC, resolvieron condenar a Simón por un hecho en el que jamás participó: la
captura de tres mercenarios gringos que trabajaban para la CIA, luego del
derribamiento en las selvas del Caquetá de la aeronave en la que realizaban
inteligencia técnica contra las FARC. Para poderlo inculpar se inventaron que
Simón Trinidad era integrante en ese entonces del Estado Mayor Central de las
FARC. Percatado el FBI de que dicho argumento era inverosímil, desistió de
presentar como prueba un video del lanzamiento del Movimiento Bolivariano por
la Nueva Colombia del año 2000, previamente manipulado por ellos, en el que
hacían aparecer a Simón como integrante del Estado Mayor Central de las FARC.
Aun
así, Simón Trinidad fue condenado, después de dos juicios viciados, a 60 años
de prisión en una cárcel subterránea donde no ve el sol, ni tiene derecho a la
noche: la prisión de máxima seguridad de Florence, donde recluyen a los peores
criminales; y como está acusado de terrorismo, que en Estados Unidos es el peor
de los delitos, es sometido diariamente a la violación total de sus derechos
como ser humano.
El
vergonzoso tratado de extradición, mediante el cual Colombia cede su soberanía
jurídica a una potencia extranjera, dice que no se puede condenar al nacional
extraditado a cadena perpetua. Pues bien: Simón tiene 60 años, lo cual quiere
decir que lograría su libertad a los 120 años de edad. ¡De hecho una cadena
perpetua! Sin embargo, no se conoce ninguna interpelación ni protesta del sumiso
gobierno colombiano.
Simón
no solamente está sepultado vivo en Florence Colorado. Su incomunicación es
total, no tiene asistencia médica adecuada, le quitaron las gafas, y unas
cartas de jugar Solitario; siempre es conducido encadenado de pies y manos a
las audiencias; no tiene derecho a un periódico, a un libro; en esas
condiciones recibió la triste noticia de la muerte en un bombardeo de la CIA en
el Putumayo de su compañera Lucero y de su hija Alix. No le permiten acceder a
los expedientes para su defensa en Colombia, y la embajada en Bogotá niega
sistemáticamente a su abogado, el jurista Ramiro Orjuela, la visa para poder
visitarlo. Mientras tanto, la esquizofrénica justicia colombiana, que le ha
abierto 104 procesos, sustenta sus acusaciones en la afirmación falaz de que el
guerrillero pertenece al Estado Mayor Central de las FARC. Ni el gobierno, ni los
organismos de inteligencia, ni el CTI de la Fiscalía, ni nadie, tiene pruebas
de su participación en los hechos que se le imputan; no hay elementos
probatorios, por eso algunos jueces han precluido los procesos declarándolo
inocente.
Desde
La Habana, Cuba, la Delegación de Paz de las FARC-EP, urge al CICR-Suiza, una
visita humanitaria a Simón Trinidad en la prisión estadounidense donde se
encuentra confinado.
Instamos
al gobierno colombiano a que posibilite a Simón, en su condición de integrante
de la Delegación de paz de las FARC, intercambiar con sus compañeros en La
Habana.
Este
es un S.O.S a todas las organizaciones defensoras de derechos humanos en el
mundo, a los juristas y expertos en Derecho Internacional Humanitario, a las
organizaciones políticas y sociales de los cinco continentes, a la ONU, UNASUR,
CELAC, al Vaticano, a las iglesias, a los premios nobel de paz, a la gente de
bien, a pedir la libertad inmediata de Simón Trinidad y a exigir, mientras esto
ocurre, a las autoridades norteamericanas, mejorar sus condiciones de
reclusión.
Al
gobierno colombiano, que ha hecho poco o nada efectivo, por la excarcelación de
Simón; que no hace gestos de paz como su contraparte en la mesa de
conversaciones; que no sabe de reciprocidad, lo invitamos a que actúe con
determinación. A que tome en sus manos el recurso jurídico del exequátor para
que le sea homologada la pena, de tal forma que pueda purgarla en su patria, y
que una vez allí, las autoridades judiciales libren las autorizaciones para que
pueda trasladarse a La Habana, a jugar papel protagónico en la construcción de la
paz, como lo hemos reclamado.
A
los amigos del mundo nuestro abrazo y el mensaje de que la fortaleza espiritual,
la firmeza ideológica de Simón Trinidad prosiguen incólumes, intactas, por
encima de la arrogancia de sus carceleros gringos.
Simón
es el Nelson Mandela de Nuestra América.
¡Libertad para Simón!
DELEGACIÓN
DE PAZ DE LAS FARC-EP
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