Análisis
Tomado de Cambio Total
Por Allende La Paz
Como una maldición se empotró el narcotráfico en la vida colombiana. Vino de la mano de los estadounidenses y se adueño de gran parte de la « sociedad » colombiana. De un país azotado por « la Violencia » -con sus 300 mil muertos y sus 2 millones de desplazados producto de una inexistente violencia partidista liberal-conservadora-, pasó aún sin recuperarse, a la « Nueva Violencia », la violencia contra el comunismo, recetada por la Doctrina de Seguridad Nacional de los gobiernos estadounidenses.
El damnificado siempre ha sido el pueblo. Durante « la Violencia » no murió violentamente ninguno de los dirigentes de los partidos Liberal-Conservador que mandaban a asesinar a sus competidores –godo o liberal-, e incluso el partido Liberal –como una mancha que quiere olvidar- fundó las guerrillas en Colombia. Oficialmente, claro. Durante éstos aciagos años de la « Nueva Violencia », la Violencia Anticomunista, los partidos Liberal y Conservador –que manejan conjuntamente el estado- tampoco han tenido muertos por la violencia, a menos que contemos a Luis Carlos Galán y Álvaro Gómez Hurtado asesinados por mismos miembros del « establecimiento », o sea, sus asesinatos fueron ordenadas desde las entrañas del poder, es decir, las organizaciones populares –guerrillas- no han realizado ningún magnicidio, en tanto desde el Estado se han realizado magnicidios de propios y contradictores.
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Pues bien, el narcotráfico « empoderó » a las bandas de criminales que se dedicaron a lucrar de este negocio capitalista y desde la « bonanza marimbera » -sufrida en la Costa Caribe-, los ciudadanos de a pié y la clase media sufrieron las tropelías de los nuevos « señores » y sus esbirros y recibían amenazas y hasta los asesinaban hasta por pitalres con un carro o por no querer venderles su casa. Muchos jóvenes seducidos por el « dinero fácil » quedaron tirados en el piso producto de las vendetas de las facciones de narcotraficantes que resolvían sus contradicciones a tiros.
Ya entronizado el narcotráfico de la cocaína –porque ya la marihuana era sembrada en USA-, la « traquetización » de la sociedad colombiana fue casi total y llegó hasta el Congreso –Pablo Escobar Gaviria –primo de José Obdulio Gaviria JOG- fue « parlamentario » y hasta tenemos un narco-paramilitar ex presidente, Uribhitler. En la aberrancia mayor del poder del narcotráfico durante los 8 años de Uribhitler la mismísima « Casa de Nariño » fue utilizada como « casa de citas » con reconocidos narcotraficantes-paramilitares para urdir un plan para atacar la CSJ, en ese momento en lucha de poderes contra Uribhitler.
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Los dineros del narcotráfico fácilmente entraban –y entran- a la economía colombiana y sus estructuras –y su dinero- fueron utilizados por los militares estatales para adelantar la « guerra contrainsurgente », conformando lo que hoy se conoce como « narco-paramilitarismo ». El narco-paramilitarismo fue el « brazo ilegal » del estado, guiado, conformado, dirigido y apoyado logísticamente por las fuerzas militares estatales, y sirvió para adelantar el asesinato de civiles inocentes, desarmados, inermes, en un intento de « secarle el agua al pez ».
500.000 víctimas son muestra fehaciente de esta macabra orgía de sangre, aunque el estado en su Informe Basta Ya ! solo reconoce 220.000 víctimas. Mas sin embargo, de éstas cifras el estado es culpable del 83% de las masacres, del 83,3% de las ejecuciones extrajudiciales y del 97,7% de las desapariciones. Aún hoy, el estado continúa con los intentos de escamotearle la verdad al pueblo colombiano, ni se diga de la justicia y de la reparación.
Los colombianos ante el mundo sufrimos el estigma de ser catalogados de « narcotraficantes », en obra y gracia de un negocio capitalista abrazado por el mismo estado y utilizado por éste contra el pueblo colombiano.
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