Análisis
Por María Méndez
Colombia Soberana
Han sido muchas las luchas y los cambios que ha tenido
las FARC desde aquella histórica Marquetalia, olvidada y posteriormente atacada
vilmente por el Estado, ese mismo Estado que hoy desde su sordera y antipatía,
pretende escoger qué se puede y qué no cumplir del Acuerdo Final de La Habana.
Esos cambios orgullosamente convirtieron a las FARC,
no sólo en la guerrilla más antigua y poderosa del continente, sino en un
partido político que representaba, y aún lo hace, los anhelos de millones de
colombianos, aunque muchos de estos no se den cuenta por el engaño y la ceguera
en que el sistema y sus medios masivos los tienen embebidos.
Pero hubo algo que no cambió nunca: el anhelo de paz que siempre abanderamos los
revolucionarios y la posibilidad de llegar, de ser posible, a un acuerdo que
nos permitiera una solución dialogada al conflicto armado, participar políticamente y hacer
nuestro trabajo de masas con el pueblo, en tranquilidad y sin miedo al exterminio
físico, en una palabra, la solución política también al conflicto social,
cultural, ambiental y económico para nuestra nación.
En ese anhelo, las FARC pasaron casi todo el tiempo de
su vida como partido político en armas, propiciando canales de diálogo y en
procesos de paz que cesaran de una vez por todas el derramamiento de sangre de
los colombianos y nos abriera las puertas a la lucha política legal, a combatir
con nuestras ideas por la Nueva Colombia.
El último de estos escenarios, fueron los Diálogos de
Paz en La Habana, Cuba, en los cuales la ya conocida presencia de Iván Márquez
volvió a aparecer como en las anteriores oportunidades. Estos diálogos llegan a
la feliz firma del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción
de la Paz Estable y Duradera, Acuerdo que firmó el mismo Iván como jefe
negociador de la entonces Guerrilla.
Ante todos los hechos que han transcurrido en estos
días, cabe aclarar ciertas cosas que Iván Márquez olvida, o quizas oculte de manera consciente. El Acuerdo de La Habana no se firmó por que
fuera Iván Márquez el negociador por parte de las FARC-EP, o Humberto de la
Calle por parte del gobierno; ni porque Santos fuera un gran hombre con
voluntad de cambio y un amor infinito por el país; ni porque la guerrilla
estuviera vencida; ni porque alguien haya vendido o traicionado las banderas de
las FARC.
El Proceso de Paz se abrió y el Acuerdo se firmó por
la razón por la que se ha dado y se seguirán dando todos los procesos
históricos del mundo: surgieron las condiciones materiales y sociales dentro y
fuera del país que facilitaron abrir espacio a este nuevo momento.
Que existieran estas condiciones, no quiere decir que
los Diálogos hayan sido fáciles, y menos que este Proceso de Paz sea un paseo
mañanero. En la etapa de los diálogos demostrar que los colombianos anhelaban
la paz y las transformaciones de fondo, que el Estado tenía a un porcentaje
enorme del país en un olvido crónico, la sistemática política de exterminio en
nuestra nación y la existencia de los grupos paramilitares y su relación con el
Estado, entre otras cosas, no fue fácil, pero teníamos la certeza de
que había una tarea más difícil que realizar: la Implementación del Acuerdo.
Por poner solo un ejemplo, en un artículo que
escribimos desde Colombia Soberana titulado “El
proceso de paz y sus enemigos” publicado el 25 de mayo del 2016 decíamos “Entre
más cerca el acuerdo, los enemigos de la paz más se preparan para entorpecerlo
y para ponerle trabas a su construcción una vez firmado el acuerdo final.” Al explicar
los potenciales enemigos que tenía el Proceso de Paz enumerábamos “El Estado. (…)
¿será capaz el Estado de cumplir con lo acordado? ¿Querrá poner en juego los
intereses de clase que siempre ha defendido para garantizar los intereses del
pueblo? ¿Se "apretará los
pantalones" y garantizará la vida, no solo de los guerrilleros, sino del
movimiento social en general? ¿enfrentará a esa ultraderecha a la que hoy le da
juego al mismo tiempo que negocia con las guerrillas y a la parece temerle?” … “La
ultraderecha. (…) Sus tentáculos hundidos en lo más profundo de la institucionalidad
y de las Fuerzas Militares y de Policía siguen intactos y son un peligro para
la paz.”
Lo sabíamos nosotros y definitivamente también lo
sabía Iván Márquez. Éramos conscientes que el Proceso de Paz no se acababa con
una firma, y eso hay que decirlo y recordarlo a todos, sobre todo a Iván que parece sufrir un ataque de amnesia o una fisura ideológica y política enorme. Seguimos asistiendo, no como
testigos sino como protagonistas, a la fase de implementación de este proceso
el cual el Estado no solo lo va a dilatar, sino que lo va a sabotear.
Es en este momento en que necesitamos del trabajo y la
disciplina consciente de los miembros del Partido FARC para entregar el Acuerdo
a las mayorías, el apoyo y la unidad con los sectores sociales y los partidos
democráticos y revolucionarios y la creciente movilización de todos los
colombianos por un futuro mejor.
Y todo esto es un trabajo de largo alcance, que se
extenderá por muchos años y para el cual se necesita mucho compromiso, entrega,
amor y valor pues la sangre también va a ser derramada, y esto también lo sabía
Iván Márquez, lo sabía más que nadie, ahora no puede posar de un militante impaciente
y poco preparado al que esto lo cogió por sorpresa, no es así, Iván Márquez oculta esta verdad, la que conocía desde la mesa en La Habana, e incluso antes de ella.
Pero un partido es una unión de voluntades en el que cualquiera
decide estar o no. Personalmente lamento que varios se vayan sin dar la
batalla; que las palabras bonitas, pero vacías, pesen más que la decisión de
las mayorías del partido; que los intereses personales escondidos detrás de un
falso y patético afán de ver el cumplimiento del gobierno sin hacer los
respectivos esfuerzos, pesen más que la revolución por la que luchamos.
Sé que Iván Márquez lo sabe, al igual que muchos de los que
están con él, la única forma de que el Estado cumpla es con movilización social.
Cierro con un fragmento del mencionado escrito: “El estado cumplirá dependiendo
de la fuerza que el movimiento social tenga para presionar. La lucha por los
intereses de clases siempre estará vigente, sea abiertamente, como en el caso
del conflicto armado, o sea velada como en el caso de la protesta y la
movilización.”
Tía soy cristian,me parece excelente como tal el artículo,de hecho muy interesante
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