Análisis
Tomado de FARC
Por María Aureliana Buendía
"El Partido del Común ganó a pesar de los obstáculos e impedimentos, a pesar de la guerra propagandística, muy a pesar de nuestros muertos, porque persistimos en el espacio político ganado en décadas de heroica lucha"
La primera e irrebatible gran verdad de esta contienda electoral del 11 de marzo del 2018, es que no se desarrollo en medio de la guerra, como ocurría antes del del Acuerdo Final. A pesar de los ingentes esfuerzos de la derecha colombiana por llenar de terror la campaña, la gente salió a votar. Se impuso nuestra política de convivencia y paz, de reconciliación, de dirimir las diferencias en las urnas, de la cultura del adversario político y no de la del “enemigo interno".
Es innegable que gracias al proceso de paz y reconciliación se ha abierto el abanico político, se han afianzado fuerzas progresistas y democráticas, que en épocas anteriores apenas superaban el umbral electoral cuando no desaparecían del mapa de participación política. Se comenzó a superar la abstención crónica en los comicios electorales, hubo casi 3 millones de votantes más.
La posibilidad de una paz estable y duradera le ha quitado espacio a las opciones guerreristas y fascistas en Colombia. El Centro Democrático perdió una curul en el senado y es muy relativa la “más alta votación” del narco paramilitar Uribe Vélez. ¿Acaso puede considerarse una victoria política que un ex presidente de doble periodo presidencial, que aún conserva intactas estructuras determinantes dentro del Estado y estructuras criminales por fuera de este, con el dinero que se quiera, con el apoyo de la ultra derecha internacional, saque apenas 800.000 votos? Al senador y a sus hijitos les va mucho mejor construyendo centros comerciales: el último, en Montería costó ¡$120.000 millones de pesos! Otro defenestrado fue el incinerador de sabidurías milenarias: también resultó quemado.
Las listas a senado y cámara de los partidos de derecha en Colombia incluyeron con impudicia y con la benevolencia de las instituciones del Estado encargadas de sancionarlos, a personas relacionadas con grupos criminales, de corrupción, de escándalos como el de Odebrecht o el Cartel de la Toga (corrupción en las más altas cortes de la justicia), y/o todos los anteriores. Según la Fundación Paz y Reconciliación, las proporciones delincuenciales de entre estos partidos van así: el partido Cambio Radical (27%), partido de la U (26%), partido Conservador (14%), partido Liberal (14%) y partido Opción Ciudadana (12%). No es de extrañar por lo tanto la “alta votación” del partido de Vargas Lleras, quien además tuvo la vicepresidencia como plataforma de lanzamiento de su candidatura presidencial durante 3 años y 5 años de campaña en los ministerios con más presupuesto.
No sabemos si por fin habrá la justicia, no sabemos si se engavetarán los procesos contra parapolíticos, contra corruptos de todos los pelambres, contra narcos, contra todos los anteriores. No sabemos si la Justicia misma se depurará del Cartel de la Toga y de todos los carteles. La certeza es que la gente del común está exigiendo cada vez más contundentemente una representación digna democrática y popular.
El Partido del Común ganó a pesar de los obstáculos e impedimentos, a pesar de la guerra propagandística, muy a pesar de nuestros muertos, porque persistimos en el espacio político ganado en décadas de heroica lucha. Apenas a dos días de las elecciones, tarde el viernes casi en la noche, entregaron un cheque cruzado con el dinero que nos correspondía como partido para realizar la campaña, sumado a la imposibilidad de abrir una cuenta bancaria. El Consejo Nacional Electoral nos negó la posibilidad de presentar delegados para los escrutinios departamentales, tampoco pudimos participar en los 32 tribunales de garantías electorales ni tener invitados internacionales. ¿Podría llamarse a eso garantías a la campaña electoral para quienes generosamente depusimos las armas?
Son conocidas por la opinión nacional e internacional las amenazas, agresiones y acciones violentas organizadas por representantes del Centro Democrático en contra de nuestros candidatos. La suspensión de nuestra campaña con las consecuencias que esto tendría; ningún corazón resiste tanto. Sin apoyo del Estado, sin maquinarias electoreras, sin clientelismo, sin dinero, sin corrupción, con los medios de “destrucción masiva” en contra, enfrentando campañas sucias, pero armados de amor, honestidad y convicción, por supuesto somos vencedores.
Seguimos en pie de lucha. Colombia ya cambió para siempre y ahí está nuestra ganancia, nuestro logro histórico. La tarea es aglutinar a todas las fuerzas democráticas y progresistas del país para cimentar la paz definitiva, construir las oportunidades de bienestar y buen vivir para los colombianos excluidos, quienes somos la mayoría del Común.
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