Análisis
Por María Méndez
Fundación Colombia Soberana
Foto de Tribu Magazine. Tomada de Internet |
El día de ayer, domingo 26 de Marzo, los habitantes de Cajamarca dieron un arrasador No a la minería y sí al agua y la vida. El umbral electoral era de 5.438 votos para que tuviera validez jurídica, pero para la sorpresa de muchos, los votantes fueron 6.296 personas, de las cuales el 97% eligió la vida y la defensa de su territorio.
Fue un golpe contundente, pero no hay que llenarnos de triunfalismo. Al igual que en Piedras, el gobierno quiere hacerse el de los oídos sordos y pasarse por la faja la decisión de los colombianos. Al alegar que es una decisión sobre el subsuelo que es propiedad del Estado, como si la explotación no fuera a afectar el suelo y los recursos hídricos, el Estado pretende hacerle el quite al contunente No.
La lucha continúa y continuará. Los colombianos tenemos que defender con argumentos y con las herramientas democráticas nuestro país, pero si esto no fuera suficiente, no es el momento de tristezas ni de darnos por vencidos. La organización social, la unidad y la lucha serán decisivas.
Cada acción cuenta, foros, conversatorios, denuncias. Pero, lamentablemente, si esto no funciona, tendremos que defendernos con movilización, y el Estado vende patria será el único responsable de los resultados, así como también lo responsabilizamos desde ya por las amenaza, atentados o muertes a líderes sociales y la comunidad en general y la propagación y fortalecimiento del paramilitarismo en la región que la presencia de estos intereses puedan causar.
No será ahora, cuando disfrutamos de algunos beneficios del cese al fuego con las FARC, cuando esperamos la implementación del Acuerdos con respecto a tierras y territorios (RRI), que los colombianos bajaremos la guardia. Nunca verán que entreguemos nuestras tierras, vidas, historia, agua y futuro sin dar la batalla.
Acá queda claro que está intacto el eterno problema de Colombia. Unos cuantos poseen la tierra, venden nuestros recursos, dañan nuestro ambiente, nos matan, rompen nuestros sueños y nos dejan en la miseria. También ésta es la muestra que el problema de la guerra no eran las FARC o el ELN. Los que no quieren las paz son los que se creen dueños de todo y van por el país llenándolo de pobreza y destrucción.
De cara al futuro y la paz, es nuestro deber proteger nuestro territorio y el futuro de las generaciones venideras. Somos una raza guerrera, dispuesta a hacer todo por la paz. El momento de la unidad ha llegado, el país lo requiere.
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