Análisis
Por María Méndez
No se ha secado la tinta del Acuerdo de la Esperanza firmado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el Gobierno de Juan Manuel Santos el 12 de noviembre pasado (2016), cuando las fuerzas fascistas comenzaron a activar aún más fuerte su terror.
Lo habíamos advertido antes en uno de nuestros análisis del 14 de marzo (2016):
"Por otro lado las amenazas, la reorganización paramilitar y los existentes y aún vigentes nexos entre estos y las fuerzas armadas colombianas, el exterminio del opositor que persiste como política de Estado y doctrina militar, la hegemonía maldita de los medios masivos de comunicación, los falsos positivos judiciales, la lenta acción judicial contra la oligarquía paramilitar y mafiosa hoy representada por Álvaro Uribe, la arrogancia y la hipocresía de la vieja y rancia oligarquía y la toma lesiva y asesina de nuestras tierras y recursos por parte de la multinacionales y las transnacionales, entre otras cosas, aparecen hoy como peligros para las comunidades, los luchadores sociales y la paz.
El gobierno erige una paz en donde nadie luche por los derechos y estos sean arrazados para el bien de los bolsillos multinacionales y oligárquicos, una paz para los de corbata, mientras los de ruana morimos lentamente y arrodillados. Nosotros le apostamos a una paz para todos, con bienestar, dignidad y verdadera democracia y participación en las decisiones del país que ellos venden pero es nuestro."
Persisten, más que nunca las preguntas que formulábamos al presidente Santos:
"Despierta más grande y fortalecido ese demonio asesino que se ha llevado nuestros compañeros desde las luchas de los años 20, que disminuyó y rompió la Unión Nacional de Oposición UNO, que exterminó a la UP, que persigue, mata, tortura y asesina, que descuartiza y empala niños y mujeres.
¿Qué debemos esperar de hoy en adelante Santos? ¿Nos alistamos para construir país en conjunto? ¿nos preparamos para la muerte y la barbarie del genocidio político? No es tarde para poner en práctica medidas para frenar, contener y desmantelar el paramilitarismo y controlar en terror que producen sectores de las fuerzas militares y de Policía ¡Amarre a sus bestias rabiosas y déjenos vivir!"
Reiteramos que no tenemos miedo. El asesinato de los compañeros de las FARC-EP Joaco y Mónica; los líderes sociales muertos Erley Monrroy el 18 de noviembre en San Vicente del Caguán Caqueta, Didier Losada Barreto en la Macarena Caquetá , José Antonio Velasco en Caloto Cauca, Jhon Jairo Rodríguez Torres igualmente en Caloto Cauca y Rodrigo Cabrera en Policarpa Nariño; los atroces atentados contra Danilo Bolaños en Nariño, Hugo Cuellar en Caquetá y Argemiro Lara y la desaparición del líder universitario Hánnier Hurtado en Cali, solo nos muestran que nos tienen miedo, que nuestro camino es el indicado y nos dan más fuerza para continuar en la incansable lucha por la Nueva Colombia.
Denunciamos el genocidio político y social que los grupos de extrema derecha están comenzando a ejecutar en el país. Repudiamos el silencio cómplice del gobierno y la lenta implementación de los Acuerdos que nos darían garantías y herramientas para poder erradicar de una vez por todas el fenómeno paramilitar. Exigimos a Juan Manuel Santos que se pronuncie y decida de qué lado está: de los exterminadores o de la paz. No nos cansaremos de recordarles que nuestros muertos no mueren, que son semillas y esperanza, que están más vivos que nunca guiándonos hacia la paz, hacia el país que estamos construyendo.
¡No nos maten! exigimos que nos permitan construir un país incluyente, justo y en paz. Pero que no les quede duda, que aunque se opongan y obstaculicen nuestro camino, lo vamos a lograr. Vamos por Colombia, vamos por la paz con justicia social, vamos por más.
Lo habíamos advertido antes en uno de nuestros análisis del 14 de marzo (2016):
"Por otro lado las amenazas, la reorganización paramilitar y los existentes y aún vigentes nexos entre estos y las fuerzas armadas colombianas, el exterminio del opositor que persiste como política de Estado y doctrina militar, la hegemonía maldita de los medios masivos de comunicación, los falsos positivos judiciales, la lenta acción judicial contra la oligarquía paramilitar y mafiosa hoy representada por Álvaro Uribe, la arrogancia y la hipocresía de la vieja y rancia oligarquía y la toma lesiva y asesina de nuestras tierras y recursos por parte de la multinacionales y las transnacionales, entre otras cosas, aparecen hoy como peligros para las comunidades, los luchadores sociales y la paz.
El gobierno erige una paz en donde nadie luche por los derechos y estos sean arrazados para el bien de los bolsillos multinacionales y oligárquicos, una paz para los de corbata, mientras los de ruana morimos lentamente y arrodillados. Nosotros le apostamos a una paz para todos, con bienestar, dignidad y verdadera democracia y participación en las decisiones del país que ellos venden pero es nuestro."
Persisten, más que nunca las preguntas que formulábamos al presidente Santos:
"Despierta más grande y fortalecido ese demonio asesino que se ha llevado nuestros compañeros desde las luchas de los años 20, que disminuyó y rompió la Unión Nacional de Oposición UNO, que exterminó a la UP, que persigue, mata, tortura y asesina, que descuartiza y empala niños y mujeres.
¿Qué debemos esperar de hoy en adelante Santos? ¿Nos alistamos para construir país en conjunto? ¿nos preparamos para la muerte y la barbarie del genocidio político? No es tarde para poner en práctica medidas para frenar, contener y desmantelar el paramilitarismo y controlar en terror que producen sectores de las fuerzas militares y de Policía ¡Amarre a sus bestias rabiosas y déjenos vivir!"
Reiteramos que no tenemos miedo. El asesinato de los compañeros de las FARC-EP Joaco y Mónica; los líderes sociales muertos Erley Monrroy el 18 de noviembre en San Vicente del Caguán Caqueta, Didier Losada Barreto en la Macarena Caquetá , José Antonio Velasco en Caloto Cauca, Jhon Jairo Rodríguez Torres igualmente en Caloto Cauca y Rodrigo Cabrera en Policarpa Nariño; los atroces atentados contra Danilo Bolaños en Nariño, Hugo Cuellar en Caquetá y Argemiro Lara y la desaparición del líder universitario Hánnier Hurtado en Cali, solo nos muestran que nos tienen miedo, que nuestro camino es el indicado y nos dan más fuerza para continuar en la incansable lucha por la Nueva Colombia.
Denunciamos el genocidio político y social que los grupos de extrema derecha están comenzando a ejecutar en el país. Repudiamos el silencio cómplice del gobierno y la lenta implementación de los Acuerdos que nos darían garantías y herramientas para poder erradicar de una vez por todas el fenómeno paramilitar. Exigimos a Juan Manuel Santos que se pronuncie y decida de qué lado está: de los exterminadores o de la paz. No nos cansaremos de recordarles que nuestros muertos no mueren, que son semillas y esperanza, que están más vivos que nunca guiándonos hacia la paz, hacia el país que estamos construyendo.
¡No nos maten! exigimos que nos permitan construir un país incluyente, justo y en paz. Pero que no les quede duda, que aunque se opongan y obstaculicen nuestro camino, lo vamos a lograr. Vamos por Colombia, vamos por la paz con justicia social, vamos por más.
Esta implantado un régimen mundial del terror, que para nada,es cínico. Que se muestra en su desnuda y cruel barbarie. Yo no me preguntaria, ni les pediría nada, estamos a este lado y ell@s se comportan del otro lado. Hay una creciente polarización de dos frentes, una cultura de desesperanza e inhumanidad que optó y capta adeptos diariamente. Yo me preguntaría por nuestros próximos movimientos, nuestros cambios urgentes, nuestras miradas a lo que no se visibiliza, porque es nuestra horfandad.
ResponderEliminarHay una vuelta en esto y es que vuelvan a las comunidades y las protejan, sus liderazgos, sus ejercicios territoriales, su gobernabilidad propia. No al contrario, que es lo que han venido haciendo errado a mi comprensión.