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Por Semana
Un magistrado determinó que ya había pagado la pena de ocho años que contempla la Ley de Justicia y Paz.
Después de permanecer 10 años tras las rejas, Jesús Ignacio Roldán, alias ‘Monoleche‘, quedará en libertad luego de que un magistrado de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín decidiera sustituir la medida de aseguramiento privativa de la libertad.
La decisión se tomó teniendo en cuenta que el exparamilitar, que pertenecía a la denominada Casa Castaño, cumplió con la pena alternativa de ocho años de prisión que está contemplada en la Ley de Justicia y Paz.
Según el magistrado, también se tuvo en cuenta que Roldán Pérez tuvo buen comportamiento carcelario y contribuyó en la búsqueda y exhumación de víctimas de las Autodefensas.
Con esta resolución, Monoleche podrá salir de la cárcel de Alta y Mediana Seguridad de Itagüí (Antioquia), donde se encuentra recluido.
Sin embargo, el magistrado también le impuso unas restricciones. Con estas se le ordena no salir del país sin orden judicial, deberá notificar cualquier cambio de residencia, no podrá contactar a las víctimas, ni portar armas de fuego.
Alias Monoleche nació en Amalfi, Antioquia, y se mantuvo en el anonimato hasta el 2006, cuando se entregó a las autoridades. En ese momento se conoció que supuestamente fue quien empuñó el arma, arrodilló a Carlos Castaño y le disparó.
Él fue el escolta de Vicente Castaño -quien ordenó la muerte de su Carlos- y una de las personas de más confianza de los hermanos Castaño Gil.
Las cuentas del terror de Córdoba
Según la Fiscalía, Monoleche, quien perteneció al bloque ‘Mineros‘ de las AUC, tiene un amplio y preciso conocimiento de masacres, desapariciones y de los despojos de miles de hectáreas en el Urabá. Esto debido a la confianza que en él depositaron los entonces máximos jefes de las AUC Vicente y Carlos Castaño Gil.
Fue acusado de los homicidios y la desaparición de los hermanos Juan Fernando y Diego Andrés Vélez, ocurridos en Planeta Rica (Córdoba) en 2007 e, igualmente, por el asesinato en enero del 2011 de Luis Fernando Claros Guerra, excontador de Vicente Castaño Gil.
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