Por María Méndez
Llanos del Yari |
Hoy haré un escrito que no se podrá clasificar como género periodístico, tal vez tampoco como género literario, pero está hecho "con sangre", que es la única forma sincera de escribir. Con él quiero mandarle un gran abrazo al camarada y maestro Jaime Nevado, agradecerle por la lucha de tantos años, por sus versos revolucionarios y sus notas insurgentes. Agradecerle su amistad y sus palabras, sus sueños que son los míos... los nuestros, sus banderas que las ondeamos juntos, sus pasos que son mi camino, y su voz que es la campanada que despierta al pueblo a la insurrección.
Hemos hablado millones de veces de la construcción de "la Nueva Colombia" ... pero ¿qué es la Nueva Colombia?
La Nueva Colombia es un nuevo amanecer: rojo, hermoso, fresco, esperanzador. Los buses llegan a recoger a los niños en el campo y la cuidad. Todos tienen educación gratuita y de calidad, alimentos, útiles, transportes. Se acabaron los oscuros años de levantarse a las 3 de la mañana y recorrer nublados caminos, hasta escuelas grises y sin vida, sin techos, sin refrigerios, sin ayuda estatal.
Los universitarios salen de sus casas, ya sea en el lujoso barrio de Bogotá, la comuna de Medellín o el alto Páramo de Sumapaz. Todos tiene iguales oportunidades para estudiar, y para trabajar luego de terminar su preparación académica.
Los campesinos comienzan a labrar sus tierras, ordeñar sus vacas, atender sus fincas. Ahora es más sencillo. Con las capacitaciones, la asistencia técnica y demás beneficios a los que tiene derecho, sus tierras y las de sus cooperativas y asociaciones producen frutos que ellos convierten en productos de calidad.
Ya se olvidaron de los créditos que los desangraban, de los intermediarios, del tiempo que les costaba más sembrar y la cosecha no daba. Ahora las semillas son las nativas, las tierras producen, los precios son justos, la familia campesina vive con dignidad y en las ciudades hay alimentos baratos y de calidad.
Los obreros salen a sus fábricas. Son suyas porque hace años no tiene patrón. La explotación acabo. Ahora el trabajo es consciente y ordenado, los gerentes o supervisores trabajan hombro a hombro con los obreros, los salarios son buenos y las ganancias son distribuidas justamente.
Es un "mito urbano" las historias de los paseos de la muerte o de las personas que morían a las puertas del hospital. En la Nueva Colombia hay doctores y enfermeras prestos para colaborar. Ir a los colegios, fábricas, empresas y demás para prevenir las enfermedades. Atrás quedaron las filas, los meses esperando una cita y la central de urgencias a reventar. Hoy las sillas están vacías y los pacientes son atendidos con prontitud.
El arte, la cultura, la música y demás expresiones son pan de cada día, en cada esquina de las grandes ciudades, en las plazas de los pueblos, en los salones comunales de los campos.
Las minas y los pozos petroleros no son de la multinacional o de la empresa privada. Las comunidades que ancestralmente han hecho minería en los territorios son dueñas de la explotación artesanal que no es un delito, es más, es un valor agregado a los productos que salen de ello. En donde hay una explotación más industrial no manda el gringo ya, manda el indio, el negro, el mulato. Nuestros minerales y el petroleo es del pueblo y para el pueblo. Las comunidades definen el uso del suelo y cómo se usan los recursos recibidos por la explotación minero energética. La explotación es lo más ambientalmente amigable y se retribuye a la madre tierra el poco daño que se le hace.
Las selvas no son escenarios de guerra. Se recuperaron de los terroríficos bombardeos y de la exfoliación multinacional. Todo tipo de animales y plantas crecen bajo la protección lejana de los colombianos que defendemos nuestra biodiversidad.
Bellas flores de amapola crece en un campo bajo el sol y el azul del cielo. Es uno de los lugares aprobados para el cultivo de Coca, marihuana y amapola, plantas sembradas para proteger culturas ancestrales y como uso terapéutico y medicinal. La investigación científica ha avanzado, no solo en estos cultivos sino en todas las áreas de la ciencia y la tecnología, y está al servicio de todos los colombianos y los ciudadanos del mundo entero que se ha beneficiado con la paz y la libertad de este país.
La plaza pública es el escenario de debates. Ya no nos matamos en las selvas, ya no desaparece o es asesinado el revolucionario, ya no somos enemigos por que pensamos diferente.... ahora somos hermanos que debatimos y resolvemos nuestros conflictos al calor de un café y no bajo el fuego de fusiles.
Pero para que no se repita la historia, en la Nueva Colombia no olvidamos. Los bustos del Mono en Cabrera, de Mariana Páez en el barrio Policarpa en Bogotá, de Jaime Pardo, de las víctimas en Bojayá o Castillo y demás homenajes a nuestros muertos, están ahí, rodeados de flores, no solo como adorno, sino como recordatorio de lo que jamás debió haber pasado y que jamás debe volver a pasar.
A grandes rasgos, esa es la Nueva Colombia. Es una construcción de todos, nos solo de los revolucionarios, también de los conservadores, liberales, sin partido. Es una promesa a las futuras generaciones y un compromiso de los que amamos el país, la vida y la paz.
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