Entrevista
Por Dax Toscano S.
Rigo es guerrillero de las FARC, militante de la revolución colombiana. Pequeño de estatura, pero, al igual que Meñique, el sabichoso personaje del cuento del francés Laboulaye, adaptado por José Martí, publicado en La Edad de Oro y de Ulrico, el enano sabio y razonador de los cuentos del escritor italiano, Carlo Fabretti, Rigo, a través de sus años como combatiente fariano, ha demostrado que más que el tamaño y la fuerza, valen la inteligencia, los principios éticos revolucionarios y la firmeza en la lucha por alcanzar la paz con justicia social.
Rigo, hijo del genial estratega de la guerra de guerrillas, el Comandante Manuel Marulanda Vélez, accede a responder unas preguntas para dar a conocer una parte de su historia y pensamiento.
Que queden sus palabras como otro testimonio de la lucha del pueblo colombiano por la construcción de una sociedad más justa y más humana.
Leí con mucho interés la crónica de una parte de su vida compañero Rigo, la que le contó a Gabriel Ángel. Expresa usted con mucha pasión algunos pasajes que han sucedido desde su niñez hasta hoy día. La vida dura de su madre, las circunstancias que le mantuvieron alejado de su padre y la convivencia con Balín y la Mona. Nos puede contar un poco más sobre ellos. ¿Cómo fueron con usted en lo afectivo y cómo contribuyeron en su formación humana y revolucionaria?
Bueno, la historia de ellos es muy bella porque fueron artífices de esa lucha que se libró en la época de El Pato y Riochiquito. Acompañaron a mi padre hasta el año 90, cuando se preveía el ataque a Casa Verde. Recibieron la orden de trasladarse a otro lugar más seguro. Fue cuando yo llego donde ellos por las mismas circunstancias. Ahí inició nuestro viaje largo, con todas las dificultades que se atravesaron en el camino. Ellos, con su calma y precaución, resolvían esos problemas para evitar tropiezos o errores que les costaran la vida a ellos o a mí. Aprendí de ellos el secreto, la fidelidad, el respeto, la sencillez y, ante todo, a ser humano. El tiempo que viví con ellos nunca lo desperdicié, todo lo que ellos me enseñaran lo arraigaba para mis conocimientos. Nunca fui desleal con ellos, siempre estuve en los momentos más difíciles acompañándolos.
Había escuchado de usted a través de un testimonio de una guerrillera desertora que, como instrumento de los aparatos de inteligencia del ejército colombiano, dio algunos datos sobre la vida que llevó en la guerrilla. Su nombre es Zenaida Rueda. Luego lo vi a usted en un documental de Jorge Enrique Botero: “Antes de la Tormenta”, en el que el Mono Jojoy, muy distendido, jodedor, o como ustedes dicen “mamador de gallo”, decía que a usted cariñosamente le dicen “el enano” y que “se había insubordinado a estudiar”. En dicho video, El Mono dijo una frase contundente cuando al hacer referencia a otros hermanos suyos que no se hicieron revolucionarios textualmente señaló: “No basta con ser hijo de un dirigente para ser un luchador”. Usted tuvo un padre maravilloso, el más grande guerrillero de todos los tiempos. Bastó acaso ello para que usted se haga revolucionario fariano o qué más influyó en su decisión y en su toma de conciencia en esta lucha por una Colombia Nueva.
Bueno, las circunstancias mías fueron muy distintas a la de los demás porque mi familia siempre ha estado vinculada al proceso revolucionario. Estaba esperando el momento para poderme vincular o ingresar a la guerrilla. Esa determinación fue cuando viaje al reencuentro con mi padre. Siempre me ha gustado la guerrilla, porque ahí uno aprende a mirar el mundo desde una perspectiva distinta, que no sea la del capitalismo o el consumismo. Es el mundo de los campesinos y campesinas, los trabajadores, estudiantes, bueno, en fin, de los de abajo.
Las circunstancias le obligaron a alejarse de su padre. Sin embargo, usted cuenta que él siempre estuvo pendiente de su madre y de ustedes mismos. Cuando vuelve a reencontrarse con él, qué sucedió. Podría relatar cómo fue aquello.
Fueron 10 años de no ver a mi padre, todos los días añoraba encontrarme con él y mis hermanos. Y llego ese día, de regocijo, de felicidad, de reencuentro con la familia. Todo esto sucede a mitad de año, cuando la mayoría de los estudiantes salen a vacaciones. La alegría al recibir la noticia de que iba a reencontrarme con mi padre fue una de las noticias más significativas que había acogido durante todo ese tiempo. El reencuentro se dio tras dos días de viaje consecutivo hasta el lugar que dominaban La Morichera (campamento), ahí nos tocó esperar unas horas, pero al fin llegó ese momento, cuando lo miré que se acercaba junto a Sandra. Recuerdo la felicidad mutua, los abrazos y la frase que pronunció en ese momento, “por fin nos pudimos reunir”.
En la insurgencia dice que no hizo el curso de formación básica guerrillera. Sin embargo, ya en la guerrilla, usted debió cumplir las mismas tareas que el resto de combatientes. En este sentido usted también debe saber cocinar, disparar, abrir trochas, construir trincheras. Puede relatarnos algunos pasajes de su vida guerrillera en relación a esto.
Como guerrillero uno tiene cientos de anécdotas, pero en particular me recuerdo de una en especial. Eso fue para el año 1999, cuando estaba recién llegado de la ciudad. Me dieron la opción de participar por primera vez en una teoría de tiro (polígono). Nunca había disparado ninguna arma hasta ese día. El caso es que, siendo la primera vez, sorprendí al resto de los camaradas que participaron en la teoría de tiro, al quedar en los 10 mejores tiradores. Alguno de ellos en broma me dijo que le había sacado algo a papá. Ya había conocido las armas desde muy joven, como a la edad de 7 años, cuando vivía en Sumapaz. Era muy usual que unidades guerrilleras fueran con armas a la casa de mi madre, pero nunca tuve la oportunidad de disparar. Una vez en la guerrilla, he dedicado mi tiempo a capacitarme y a recibir especialidades, principalmente en temas como filosofía, historia, propaganda y comunicaciones. Actualmente estoy trabajando en la comisión de comunicaciones de la Delegación de Paz.
Compañero, cuáles han sido sus referentes fundamentales en su formación político-militar, revolucionaria a lo largo de estos años en la vida guerrillera.
Mi formación político-militar se la debo y agradezco al movimiento revolucionario. Ahí fue donde aprendí los fundamentos de la revolución. El conocimiento de los principios del Marxismo-Leninismo, la filosofía dialéctica, el materialismo histórico, el conocimiento de la historia universal, la creación de las especies. Fue allí cuando pude salirme de ese mundo imaginario que diariamente los medios de comunicación del capitalismo inyectan con imágenes de una vida, de un mundo que no existe. Los medios comerciales de comunicación venden fantasías, no muestran el mundo real.
Compañero, podría hacer una descripción como hijo y guerrillero de su padre, el Comandante Manuel Marulanda Vélez.
Mi padre fue para mí, el Comandante en Jefe, como lo fue para toda la guerrillerada. Fue el profesor que me enseñó a comprender que la vida había que apreciarla y aprovecharla. Fue mi guía porque me indicó el camino correcto que tenía que tomar, con sus enseñanzas, ejemplos y consejos. Fui uno de los miles de sus alumnos que seguimos su legado. Esto no quiere decir que por ser hijo de un dirigente revolucionario uno puede o debe tener los privilegios o halagos que quiera. Mucha gente piensa eso, pero se equivocan, porque uno tiene los mismos deberes y derechos como cualquier combatiente. Lo rigen las mismas normas o leyes de comportamiento. Uno se guía por un régimen disciplinario donde uno no puede hacer lo quiera por ser el hijo del comandante. Con esto simples ejemplos le hago ver que uno es una simple persona como cualquiera porque se alimenta y come en el casino de la tropa, se viste y porta la misma dotación de la tropa.
Rigo, qué momentos han sido los más duros para usted dentro de la actividad guerrillera y cuáles los de más satisfacción. Cuéntenos sobre su trabajo político-militar en la guerrilla en medio de la brutal persecución del ejército colombiano contra la insurgencia, lo cual significó la muerte de valiosos compañeros guerrilleros.
Un momento duro en mi vida fue cuando asumí esa conciencia de volverme revolucionario, de ingresar a la guerrilla. No hay más alternativa que empuñar las armas porque es la única elección u opción que le deja a uno el Estado. No se puede reclamar, ni protestar por los derechos, porque siempre la respuesta ha sido la represión, la estigmatización a la protesta. Solucionan los problemas con pañitos de agua tibia y las cosas siguen lo mismo. Mi compromiso como revolucionario me hizo asumir funciones o tareas como cualquier combatiente. Ser un combatiente más en la filas, aportar y ayudar en los distintas labores que le asigne el organismo superior. Participar diariamente en las actividades cotidianas de un campamento.
Conversemos un poquito sobre la paz en Colombia. ¿Qué piensa de todo lo alcanzado hasta el momento? ¿Cree usted que existe buena voluntad de parte del régimen colombiano para alcanzar la anhelada paz con justicia social?
Si leemos con cuidado la historia de nuestro país desde la época o inicios de la lucha del movimiento guerrillero, siempre hemos sido los primeros en pedir la paz. Pero nunca se nos ha escuchado, siempre la respuesta ha sido la misma con agresiones y gigantescas operaciones militares de exterminio contra nosotros. Han sido cinco los intentos de solución del conflicto, pero siempre los gobiernos han querido que nos desmovilicemos y entreguemos las armas a cambio de nada. Pero este proceso que se está llevando a cabo en La Habana, Cuba, es muy distinto, porque hay que mirar y leer los acuerdos que hasta hora se han firmado. Ninguno de los procesos de paz anteriores el gobierno se había comprometido y aceptado dichos términos.
Sobre el fenómeno del paramilitarismo, ¿cómo ve usted esta situación ante el escenario de la firma definitiva de la paz entre la insurgencia y el Estado colombiano?
El paramilitarismo consiste en unas estructuras no solamente militares sino también políticas y económicas que, a través del terror, la muerte y la desaparición se convirtió en instrumento violento, utilizado por sectores de las élites que los han financiado, los han equipado con armas para amedrentar la lucha social. Por eso, es muy importante leer con cuidado lo acordado en La Habana sobre el fenómeno del paramilitarismo, ahí están establecidas las medidas y los procedimientos a tomar. Para las FARC-EP, el desmantelamiento del paramilitarismo es una de las garantías para convertirnos en partido político. Por lo tanto, es importante el cumplimiento, seguimiento y verificación de este acuerdo.
¿Cuál será su camino una vez que se firme la paz, compañero Rigo?
El camino que optaré es el que todos los y las combatientes tomarán: participar, construir y consolidar el nuevo movimiento político que surgirá después de concretar los acuerdos de La Habana. En el ámbito personal, terminar mis estudios y realizar la carrera apropiada que tome. Aportar al máximo en lo que pueda, reencontrarme con mis hermanos que están en Colombia aportando en la lucha.
¿Usted gusta del baile, de la música? ¿Le gusta leer? ¿Qué lecturas le apasionan? ¿Cómo es Rigo en su vida cotidiana?
En mi vida cotidiana soy normal, como cualquier persona. Saco tiempo para mis actividades personales, donde escucho radio, miro noticias y a veces oigo música. Siempre me levanto a la hora normal que se levanta el resto de mis compañeros, como buen colombiano tomo una ducha, me cepillo y después de todo me preparo para asumir un nuevo día saboreando una tacita de café. Dedico casi todo el día en el trabajo que me asignaron, tomo un descanso y saco tiempo para las comidas, normalmente me estoy acostando entre las 11 o 12 de la noche, a veces a la una de la mañana. Me encanta leer libros de historia universal y principalmente latinoamericana, novelas clásicas como Los Miserables, El Conde de Montecristo, Así se templó el acero, La joven guardia, La madre, El código da Vinci.
Finalmente, compañero, podría enviar un mensaje a los jóvenes de América Latina y del mundo.
Para los jóvenes de Latinoamérica que se inspiran en el pensamiento antiimperialista, que sigan adelante, que ellos son los constructores de un mundo mejor, donde rescaten esos valores éticos y morales que se han perdido producto de la manipulación de los medios de comunicación. Trabajar sin descanso y luchar sin desfallecer para rescatar y construir un mundo mejor, conservando los principios revolucionarios.
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