Análisis
Por María Méndez
"Campesino del Viejo Caldas se fue al monte un día de 1.949, como lo hicieran miles de sus compatriotas, ante el peligro de caer asesinado dentro de la clasificación de 'chusmero nueveabrileño'. Desde entonces, él mismo contribuyó a producir los acontecimientos..." (1)
Es imposible hablar de la historia de Colombia sin referirnos a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-EP. La violencia que vivía el país, obligaba a que los campesinos se organizaran en pequeños grupos para enfrentar a la policía y a los conservadores armados.
Ya Jorge Eliécer Gaitán había protestado varias veces por la paz de Colombia entre ellas, en un debate en el Congreso de la República, llevado a cabo entre el 3 y 6 de septiembre contra la masacre de las Bananeras en Ciénaga y el 7 de febrero del 48, en la manifestación del silencio: "Señor Presidente: Os pedimos cosa sencilla para la cual están de más los discursos. Os pedimos que cese la persecución de las autoridades y así os lo pide esta inmensa muchedumbre. Pedimos pequeña cosa y gran cosa: que las luchas políticas se desarrollen por cauces de constitucionalidad. Os pedimos que no creáis que nuestra tranquilidad, esta impresionante tranquilidad, es cobardía. Nosotros, señor Presidente, no somos cobardes: somos descendientes de los bravos que aniquilaron las tiranías en este suelo sagrado. Pero somos capaces, señor Presidente, de sacrificar nuestras vidas para salvar la tranquilidad y la paz y la libertad de Colombia."
El 9 de abril asesinaron a Gaitán y nunca cesaron esas masacres y el río de gente que llegaba a las ciudades desplazada, ni los miles de huérfanos y viudas, ni las mujeres y niñas empaladas. El pueblo respondió como era posible, defendiéndose, y luego, una pequeña luz alumbró el camino, la ilusión de una Colombia diferente.
Esta luz cuidada y alimentada por las manos de Manuel Marulanda Vélez, trasegó desde los difíciles camilos de los descatamentos guerrilleros del Sur del Tolima, resistió el cruel y desigual ataque a Marquetalia, abrazó a otro hombre que como el Camarada Manuel creía en una Colombia Nueva: Jacobo Arenas.
Estos dos hombres y sus crecientes fuerzas guerrilleras han intentado encontrar caminos incruentos al conflicto social y armado desde el Programa Agrario de los Guerrilleros (20 de Julio del 64) hasta las actuales conversaciones en La Habana.
Esta luz que grita paz, paz con justicia social, reconciliación y un país para todos, no se apagará y hoy, en uno de los procesos de diálogos más exitosos de la guerrilla y el gobierno, esa luz se hace más fuerte.
Saludamos a las FARC en sus 52 años de lucha, anhelamos que estos diálogos lleguen a su feliz término y deseamos que, con ayuda de todos, esa luz ilumine el futuro de nuestra patria.
1. Manuel Marulanda. Cuadernos de Campaña. Pág. 8
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