Análisis
Tomado de la Silla Vacía
Encontramos en el portal La Silla Vacía esta entrevista al exministro de agricultura, Juan Camilo Restrepo. Nos llamó la atención su opinión sobre las FARC y el Punto Agrario, aunque no estamos completamente de acuerdo con él.
Hemos tomado este fragmento que nos interesa. En el resto de la entrevista el portal en mención llena de flores al exministro, y él habla de la restitución de tierras, sosteniendo un éxito en esta materia inexistente según hemos comprobado las organizaciones defensoras de víctimas del conflicto armado.
También habla de el procurador Alejandro Ordóñez y el presidente de Fedegán José Félix Lafaurie.
REFLEXIONES
¿Los Acuerdos con las Farc en materia agraria representan un peligro para los dueños de la tierra?
El Acuerdo busca profundizar el esquema de desarrollo rural y de acceso a la tierra, pero no está montado sobre la base de expropiaciones arbitrarias o de atropellos contra nadie. Esto lo menciono, porque los enemigos del proceso de paz dicen que se negociaron cosas secretas en La Habana que van a atentar contra la propiedad privada y el Estado de Derecho. Esa es la posición de algunos sectores retardatarios que ni siquiera se han tomado el trabajo de leer lo que se negoció y se firmo allá. Van a ser transformadores, sin que ellos entrañen ningún peligro para la propiedad privada, para el Estado de Derecho o para quienes tienen las tierras bien habidas. Las mismas Farc tuvieron a lo largo de la negociación del punto agrario una evolución.
¿En qué sentido?
Por ejemplo, en el discurso inaugural de Oslo Iván Márquez se muestra tremendamente enemigo de todo lo que es la formalización de la propiedad agraria, dice que ese es un subterfugio para quitarle la tierra a los campesinos. Ya después cambiaron su punto de vista y consideran que la formalización, es decir, darle escrituras a quienes no tienen para que sean plenamente propietarios, es un avance para la modernización de la estructura agraria, lo dicen las mismas Farc. Han mostrado cierta flexibilidad para un acuerdo que no es en beneficio de ellas, sino de los campesinos.
¿La aplicación de los Acuerdos implicaría una reforma agraria?
En cierta manera, si se ejecutan a cabalidad, sí son una reforma agraria. Pero no una reforma agraria del estilo de las que se hicieron en América Latina, ni de las que se hicieron acá en los años del Incora: en esa época se compraban unas tierras en un mercado muy imperfecto y se repartían ”peladas”.
En el acuerdo agrario al que se llegó, va a haber distribución de tierras, pero no compradas sino poniendo en valor social ciertas tierras, como las que hoy están en la unidad de estupefacientes que eran propiedad del narcotráfico, baldíos que le han arrebatado a la Nación y compra de algunas. No es solo repartir tierras, sino también dotarlas de bienes públicos para que sean sostenibles, porque hoy en día la tierra es un insumo más, como el riego, la comercialización, la ciencia y la tecnología, las vías de comunicación, la salud y la educación. Así puede haber una transformación real de la vida rural.
¿Cómo se comparan éstos con la concepción de la reforma agraria de los años 70s?
El Acuerdo difiere de las reformas agrarias tradicionales. El Acuerdo la llama una transformación agraria, porque el término de reforma agraria ahuyenta muchas buenas conciencias.
“El Acuerdo difiere de las reformas agrarias tradicionales. El Acuerdo la llama una transformación agraria, porque el término de reforma agraria ahuyenta muchas buenas conciencias.”
¿Si hay suficientes baldíos para repartir a campesinos de manera que se reversen los problemas de distribución de la tierra?
Claro, siempre y cuando se actúe con rigor en la recuperación de esos baldíos que le han arrebatado al Estado. Veo con cierta preocupación dos temas de lo que ha venido sucediendo en los últimos tres años. Primero, los aprestamientos presupuestales para cumplir con los acuerdos adquiridos no han comenzado aún, la crisis fiscal ha impedido que los presupuestos nacionales y el Ministerio de Hacienda se apersonen de preparar presupuestalmente al país para cumplir los Acuerdos.
¿Qué quiere decir con eso?
En el presupuesto actual y en el del año entrante no hay un centavo para los Acuerdos. Se ha conseguido un dinero de cooperación internacional, eso es importante, pero aún, por razones de dignidad nacional no podemos hacer la paz financiada por los gringos. Ahí hay un vacío que hay que llenar próximamente. Segundo, hay que fortalecer las instituciones, hoy muy débiles, que van a jalonar este postconflicto, que en el caso agrario son dos entidades: una Agencia Nacional de Tierras que va a remplazar al Incoder que se está liquidando y que está recibiendo los santos óleos a ver si se le perdonan sus pecados de la mala vida, y una Agencia Nacional del Desarrollo Rural.
Son dos entidades importantísimas que van a centralizar todo lo relacionado a tierras y desarrollo rural, y apenas están naciendo. La experiencia administrativa colombiana muestra que desde el momento en que nacen las entidades y el momento en que están listas para operar, puede pasar un año o año y medio. Si vamos a firmar la paz en unas semanas, ahí va a haber un vacío institucional que me preocupa.
(Fragmento)
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