Análisis
Por María Méndez
Hablar de paz en Colombia es un tema altamente complejo. El 27 de mayo se cumplirán 52 años de lucha armada y aproximadamente 80 años de una lucha cruenta de clases. Pero el significado de paz en nuestro país es mucho más profundo que solo el conflicto armado. Hablar de paz en Colombia es un constante análisis de la situación social, económica, cultural y política en el país y en cada una de las regiones, e incluso, del continente y de la situación geopolítica mundial.
Hoy está andando a buen ritmo las conversaciones entre las FARC y el Gobierno Nacional. Un Gobierno que creyó que su interlocutor estaba vencido, como dijo Marco León Calarcá en entrevista con nosotros: "...nos dimos cuenta que el gobierno colombiano llegaba con una equivocada idea, las FARC-EP estaba derrotada y ellos proponían un proceso de capitulación, era cumplir su viejo sueño, someter a la insurgencia fariana, cosa que no habían logrado en el campo de batalla"
Esto porque las FARC llegaban de 8 años en los cuales había luchado directamente contra los Estados Unidos. Álvaro Uribe gerenció la guerra y fue el Comando Sur del imperio Norteamericano quien desató una de las arremetidas que organización guerrillera haya sufrido en la historia. Perdieron hombres importantes, el enemigo cooptó y corrompió otros tantos y se organizó un ataque mediático increíble, a pesar de esto, las FARC resistió y se mantuvo "Hay gente que dice que el hecho de lograr existir después de semejante andanada ya es un triunfo" Añade el Comandante guerrillero.
El gobierno, con sus cuentas equivocadas, no solo tuvo que aguantar que las FARC no claudicaran en la mesa de negociación, sino también ver cómo salía a la luz publica la verdad de que no son las FARC las causantes de la guerra en Colombia, sino que son el resultado de las políticas de la clase dirigente contra el pueblo. Una verdad imposible de esconder, el sol no se tapa con los dedos.
Esto impone al gobierno, a pesar de su ambivalencia de negociar en La Habana y hacer lo contrario en Colombia, a aceptar una nueva realidad y negociar con la seriedad de la que es posible hacerlo. Ya van adelantados cuatro acuerdos parciales, hoy anuncian públicamente que estarán en sesiones permanentes para llegar más rápido al tan anhelado acuerdo final y se blindó lo negociado con un Acuerdo Especial.
Pero no todo es celebración. Entre más cerca el acuerdo, los enemigos de la paz más se preparan para entorpecerlo y para ponerle trabas su construcción una vez firmado el acuerdo final.
Los enemigos de la paz
El Estado. Su actitud ambivalente durante la negociación, las medidas unilaterales, la negación, no solo de garantías sino también de la realidad tangible que viven hoy los partidos y movimientos demócratas y revolucionarios, nos pone a pensar ¿será capaz el estado de cumplir con lo acordado? ¿Querrá poner en juego los intereses de clase que siempre ha defendido para garantizar los intereses del pueblo? ¿Se "apretará los pantalones" y garantizará la vida, no solo de los guerrilleros, sino del movimiento social en general? ¿enfrentará a esa ultraderecha a la que hoy le da juego al mismo tiempo que negocia con las guerrillas y a la parece temerle?
La ultraderecha. Esa fuerza engendrada por el estado desde los años 20 y 30, alimentada por las empresas multinacionales y transnacionales, que desató la arremetida paramilitar y narcomafiosa de los años 80 y 90 de la que no nos hemos podido librar y que se degeneró en los gamonales políticos regionales con su gran representante a nivel nacional, Álvaro Uribe Vélez, amenaza con sus "movilizaciones", su "resistencia civil", sus paros armados y sin número de artimañas, la estabilidad y la construcción de la paz, sin que hasta ahora al gobierno siquiera le interese ponerle freno.
Amenazan a sus anchas, atentan contra líderes sociales y políticos y se mueven por el país libremente, decretan paros armados que paralizan municipios enteros sin que el gobierno que dispone de cerca de 500 mil hombres armados mueva un dedo para detenerlos.
Sus tentáculos hundidos en lo más profundo de la institucionalidad y de las Fuerzas Militares y de Policía siguen intactos y son un peligro para la paz. No se ha decretado el cese al fuego bilateral que tanto anhelamos y el arzobispo de Cali, Monseñor Darío de Jesús Monsalve, "advirtió que ha recibido denuncias desde el sur del país sobre "algunos miembros de la Fuerza Pública que estarían enredando un futuro diálogo con el Eln, poniéndose brazaletes de este grupo guerrillero y hasta de las Farc para ejecutar ataques y así poner en entredichos los procesos"
La superación de los retos dentro del movimiento social y los partidos revolucionarios. En el seno mismo de nuestra esperanza, el movimiento social y los partidos revolucionarios, se crean y crecen retos en este tiempo de negociaciones y en el próximo de construcción de la paz. Depende de la seriedad y la firmeza con que afrontemos estos retos ser parte de la construcción de la paz o de su estancamiento.
Solo por nombrar algunos de ellos comenzaré por el triunfalismo. La idea de que hemos alcanzado algunos logros, como por ejemplo el desembolso de algunos dineros del Estado para la Cumbre y posteriormente la firma del acuerdo final con las garantías y las transformaciones en el diario vivir, hacen creer a algunos que el fin ya está alcanzado, que la entrega de recursos o la firma del acuerdo final es la meta.
Qué equivocados están. Esos logros son solo el comienzo del arduo camino de la construcción de un país, y de un nuevo modelo que permita el desarrollo constante de unas condiciones nuevas y un mundo nuevo. No estoy diciendo con esto que las victorias logradas no sean útiles, o que las que lograremos con la implementación de los acuerdos no sirvan, solo digo que el fin último es la paz, pero cuando unos pocos se enriquecen del trabajo de muchos, esa paz con justicia social es imposible. Estás reformas serán el medio para un fin: construir un nuevo país y eso no hay que perderlo de vista.
Y paralelo a esto nuestros partidos y movimientos corren el peligro de derechizarse . Ante la eventualidad del cumplimiento de las garantías políticas y sociales que el Estado colombiano adquirió, corremos el riesgo de conformarnos con las curules, con las reformas que mejorarán las condiciones de explotación de nuestro pueblo. Acá volvemos a lo que decíamos, no debemos perder el camino. La oportunidad de dar la lucha política sin el sonido de los fusiles no significará en ningún momento que se deban dejar las ideas y perder de vista la construcción de la sociedad que anhelamos.
El otro gran problema es el oportunismo. Caen como moscos personas, "líderes" y organizaciones que, o habían desistido de la lucha o no existían hasta hace dos o tres años. Al ver adelantados los diálogos de paz y al creerlos "irreversibles" se lanzan al ruedo y ahora son más revolucionarios que nadie. Pero cabe preguntarse ¿quieren la paz o quieren la pa$?
Más aún, muchas de ellas cuentan con recursos cuantiosos, cuando los que hemos estado sabemos cuán difícil es conseguirlos. ¿De dónde provienen esos dineros? no debemos perder de vista que el incrustarse en las organizaciones y en la lucha social ha sido una jugada clásica del enemigo de clases.
Para todo problema existe una solución
El estado cumplirá dependiendo de la fuerza que el movimiento social tenga para presionar. La lucha por los intereses de clases siempre estará vigente, sea abiertamente, como en el caso del conflicto armado, o sea velada como en el caso de la protesta y la movilización.
El estado cumplirá dependiendo de la fuerza que el movimiento social tenga para presionar. La lucha por los intereses de clases siempre estará vigente, sea abiertamente, como en el caso del conflicto armado, o sea velada como en el caso de la protesta y la movilización.
Así mismo el paramilitarismo tendría que desaparecer si Estados Unidos y el Gobierno ponen de su parte, cesan la colaboración y castigan con severidad los creadores y financiadores de este fenómeno. Los reductos dejarán de existir en la medida que se implanten los acuerdos (sobre todo el de Reforma Rural Integral), se luche abiertamente contra este fenómeno y el pueblo se vuelque a la movilización y el rechazo absoluto de estos individuos, tanto en contra de los que conforman su brazo armado, como en contra de los gamonales políticos.
Pero esta movilización en pro del cumplimiento de los acuerdos y en contra del paramilitarismo, solo será posible y efectiva si damos el debate fuerte contra el oportunismo, el triunfalismo y la perdida de principios.
También dando empuje a la educación, no solo a los que pertenecen a los movimientos y los partidos, sino al pueblo colombiano en general, porque como diría Rosa Luxemburgo "Únicamente, cuando las amplias masas trabajadoras empuñen el arma afilada y eficaz del socialismo científico, habrán naufragado todas las inclinaciones pequeño burguesas, todas las corrientes oportunistas. Entonces, será cuando el movimiento se asiente sobre bases firmes", diríamos, solo cuando el pueblo colombiano conozca su historia, sus derechos, su potencial, los entienda y luche por la justa recompensa, construiremos el país que soñamos.
Muchas gracias por compartir este análisis, esta visión.
ResponderEliminarAtentamente, Rafael Colón.
Muchas gracias
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