Análisis
Tomado de Con la Oreja Roja
Por Sebastián Forero
Nunca olvido un artículo de la revista Dinero de febrero de 2011, se titulaba Los nuevos llaneros en letra grande y de fondo la fotografía de un grupo de encorbatados millonarios, esos que la gente de a pie poco ve, pero que engordan día a día astronómicamente sus rebosantes y prosperas riquezas en un país profundamente desigual e injusto.
Alejandro Santo Domingo, Luis Carlos Sarmiento Angulo y Harold Eder eran los susodichos de la foto, representantes de los grupos empresariales más poderosos del país. Estos tres fulanos, entre muchos otros han comprado miles y miles de hectáreas en los llanos orientales y la orinoquía con el fin de convertir Colombia en una gran despensa alimentaria agroindustrial. Igualmente, se han sumado a este proyecto el capital transnacional de la Cargill, Pacific Rubiales y agroempresarios nacionales como Riopaila según lo ha denunciado el senador campesino Alberto Castilla y las distintas organizaciones campesinas.
El proyecto de ley 133 de 2014 recientemente aprobado en el Congreso, fue presentado un año antes por el exministro de Agricultura Rubén Darío Lizarralde, quien tuvo que retirarlo al otro día por tener comprometidos intereses familiares en dicha iniciativa legislativa. Recordemos que él fue gerente de Fedepalma, que agremia los productores de palma y caucho en Colombia y cuya forma de producción ha sido en parte importante, inspiración para el modelo de las zidres.
Lizarralde fue el ministro que enfrentó a los campesinos en el paro agrario con un saldo desastroso y quien afirmó que “no era amigo de los campesinos pobres”.
Hecha esta breve contextualización, retomemos, ¿qué son las zidres? Son las Zonas de Interés y Desarrollo Económico y Social que según su artículo 2º afirma que “estarán destinadas a disminuir la pobreza, a promover el desarrollo económico y social de la zona, a mejorar las condiciones agrológicas del suelo, a incentivar la conservación del medio ambiente, a promover el acceso a la propiedad de la tierra de los campesinos y a promover el empleo campesino.”
Estas zonas, serán tituladas como concesión de baldíos que en un principio eran destinados para los campesinos amparados en la ley 160 de 1994 bajo la figura de la UAF (Unidad Agrícola Familiar) y que ahora se podrán destinar para cobijar la legalización de tierras compradas ilegalmente y la adquisición de nuevos predios por parte de grandes empresarios, alterando su vocación inicial, la reforma agraria siempre frustrada y postergada indefinidamente.
En un país donde siempre se dijo que había “repúblicas independientes” en esa expresión histórica de Álvaro Gómez Hurtado refiriéndose a las Farc cuando iniciaron su rebelión, hoy nos encontramos ante la instauración de un modelo de repúblicas independientes del gran capital.
A través de la extranjerización de la tierra y la producción de alimentos se da una apetitosa oportunidad para explotar la altillanura y vender alimentos a los países del primer mundo a bajo costo. Sí, ni crean que son para acabar el hambre en nuestro país.
Y como el pez grande se come al chico una ley de estas no podía permitirse carecer de al menos un poco de filantropía y altruismo. Los campesinos sin tierra se podrán vincular a través de los Proyectos Asociativos, con los que podrán acceder a la tierra a través de la producción devenida de su explotación para el pago de créditos.
No obstante, lo que en el fondo va a pasar es que en estas tierras, por las condiciones del suelo, solo útiles al monocultivo industrial y por tanto al sometimiento del músculo económico y técnico de los enclaves agroindustriales, el campesino nunca será dueño de su tierra y será subsumido por el gran empresario aumentando la conformación de una gran masa de proletarios del campo sin lugar a dudas.
Igualmente habrá campesinos que por desgracia, aunque tengan tierra titulada pueden estar ubicados en territorios definidos como zidres donde haya intereses para le presentación de algún proyecto de producción. El campesino, se verá sometido a desplazamiento o al sometimiento a los propósitos de dicho proyecto. Tendrá que escoger, si vende su terruño a los “gestores” del proyecto, o se vincula a este como “asociado”.
Según el proyecto de ley estos campesinos estarán protegidos por la ley 160 del 94, en términos de la protección de su derecho de dominio y uso de la tierra, pero a la vista es obvio que un campesino o campesina no podrá desarrollar sus actividades agrícolas de manera apropiada por los efectos nocivos que tiene la habitabilidad en las proximidades de una plantación agroindustrial, tendrá que escoger igual.
Este tema es de una gran extensión y muchos aspectos no se pueden tratar aquí. Lo cierto es que la casta política de este país, adocenada en el entreguismo, estólida y sin proyecto está cometiendo otro gran error, está acabando con todo.
Es inconcebible que en un contexto de la superación de la guerra, de la transición hacia un orden de “paz y equidad” tal como resuenan sus rimbombantes anuncios, se dé vía libre a esta agresión tan repugnante a la soberanía nacional y al campesinado colombiano.
Solo nos resta afinar la conciencia y prepararnos para un 2016 muy difícil, para sacar la paz de los micrófonos y llevarla a las calles. Por ello, deposito mis deseos en la configuración de una poderosa fuerza social unitaria y creativa que reciba el fin del conflicto armado en el plano de un reimpulso de la lucha del movimiento social y popular, y la activación de la conciencia política del pueblo colombiano hacia la transformación y la búsqueda de un modelo alternativo de país ¡despertemos antes de que acaben con todo!
Que retroceso tan absurdo el que estamos realizando, la tierra como factor productivo se convierte en la herramienta de sometimiento favorita de las clases altas de nuestro país, volvemos a ser esclavos del feudalismo en pleno siglo XXI.
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