Análisis
Oficina de Comunicaciones y Derechos Humanos CODH
Fundación Colombia Soberana
Por María Méndez
El proceso de paz en La Habana transita por un paso difícil, a pesar del rayito de esperanza que fue para los colombianos la firma del acuerdo sobre justicia y las declaraciones sobre el cese bilateral. La voluntad de paz del gobierno cada vez se muestra más esquiva y lo que se hace con las manos en Cuba, lo borra con los pies en Colombia.
A pesar de la crítica y corrección de algunos errores, la pérdida electoral de la izquierda en Colombia, sobre todo en Bogotá, lo que deja en claro es la falta garantías para los sectores de oposición en el país. La invisibilización y demonización en los medios masivos que son del gran capital y no van a permitir que sus títeres o amigos de clase pierdan el poder; los "errores" y sabotajes del gobierno a través de instituciones como la Registraduría; la persecución, la criminalización y los montajes judiciales a nuestros candidatos; el incremento y reorganización paramilitar que incluyen amenazas y atentados contra los líderes sociales y defensores de Derechos Humanos; entre muchas otras situaciones, que dejan una seria preocupación y un sin sabor latente.
Para empeorar la situación, no contento Santos con la doble moral que siempre ha demostrado, y en pleno cese unilateral del fuego y hostilidades decretado por las FARC, las fuerzas militares atacan a unidades del Bloque Sur, dejando el lamentable saldo de 4 muertos. Mientras tanto en Uraba, Cauca, Catatumbo y Chocó, entre otras zonas, los paramilitares atemorizan la población en connivencia o bajo protección de las Fuerzas militares y de policía.
Ahora, nos preguntamos ¿Qué piensa un guerrillero de las FARC después de estos años de diálogos cuando ve la realidad del país? es que Santos no le puede decir a los guerrilleros que hagan política sin armas cuando el establecimiento esta atacando por medio de su "legalidad" y de las Fuerzas militares y paramilitares a las comunidades desarmadas. Paz sin garantías para todos, no es paz.
Pero más allá del doble discurso y del cinismo del Presidente, no deja de llamar la atención la unilateralidad con la que intenta tomar decisiones que corresponde a la mesa y, tras de ladrón Bufón, juega descaradamente con los anhelos de paz de los colombianos y los aprovecha para ejercer presiones indebidas.
Cuando algo se presiona demasiado explota. Los diálogos no estan en un punto sin regreso. Santos no puede imponer corrales, ni elegir solo cuál es la manera de refrendar los diálogos sin correr el riesgo de que estos tengan un mal fin. No queremos presenciar, una vez más, el rompimiento de la esperanza de paz. Este es el momento histórico para la paz con justicia social.
No nos cansaremos nunca de decir que si queremos paz tenemos que luchar por ella todos. La movilización se hace imprescindible, ahora e incluso después de la firma, pues tendremos que proteger con nuestro sudor, e incluso con nuestra sangre si es necesario, los acuerdos , las propuestas y comenzar la construcción de una patria en paz, justa, grande y soberana.
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Este es un espacio para la sana exposición de las ideas. La paz se hace con un diálogo fundamentado en la descencia y el respeto. Por favor omitir groserias y vulgaridades.