Análisis
Tomado de Pacocol
Por Carolina Garzón Díaz
Como en la época de La violencia, los medios de comunicación colombianos también tienen su cuota de responsabilidad en estos 60 años del conflicto reciente.
El anuncio de la mesa de conversaciones de La Habana sobre la creación de la “Comisión del esclarecimiento de la verdad, la convivencia y las garantías de no repetición” que iniciaría su mandato una vez se firme el acuerdo entre el gobierno de Colombia y las Farc, ha suscitado muchos análisis sobre su carácter extrajudicial, la metodología, su duración y demás aspectos. En los últimos días el que más ha llamado mi atención es el de las responsabilidades individuales y colectivas.
¿Tienen los medios de comunicación masivos alguna responsabilidad por lo sucedido en el conflicto? ¿O por la victimización de algunas personas y sectores? ¿O por la violencia del lenguaje, la polarización o discriminación? Creo que la respuesta es sí. Retrocediendo algunas décadas al periodo conocido en Colombia como La Violencia, “El periodista “Calibán”, de El Tiempo, con cabeza fría escribe en la “La danza de las horas” que la causa de la violencia “es necesario también buscarla en las campañas de prensa que la estimulan sosteniendo todos los días que los conservadores son un hato de asesinos o que los liberales son una tribu de bandoleros. Para desarmar los espíritus es obvio empezar por descargar de explosivos las palabras.”” (La violencia en Colombia. Tomo I. Pág. 35)
Sus palabras son tan vigentes en 1948 como en el 2000 o en el 2015. Uno de los círculos más cerrados a la autocrítica y la reflexión propia son los medios de comunicación, especialmente los medios masivos y privados. Bajo el manto de la libertad de expresión, arguyendo la búsqueda de la verdad y la objetividad, los periodistas nos hemos permitido ser laxos, operativos y facilistas. Esta situación genera, además de un deterioro profundo en la opinión y el análisis, un ambiente que propicia la polarización, la intransigencia e incluso el odio.
Como en la época de La violencia, los medios de comunicación colombianos también tienen su cuota de responsabilidad en estos 60 años del conflicto reciente. Han terminado actuando como jueces, condenando sin derecho a rectificación, auto declarándose dueños de la verdad y polarizando la sociedad. ¿Qué mayor ejemplo que los medios masivos durante los ocho años del gobierno de Álvaro Uribe? En Colombia el discurso del odio y las palabras estigmatizadoras usadas con ahínco en la primera década del siglo XXI ha dificultado significativamente el fortalecimiento de nuestra democracia, la superación del conflicto del armado y la misma vida en comunidad.
Duele el oficio del periodismo cuando se reduce a la copia de los comunicados de prensa y las entrevistas a las fuentes oficiales. Duele cuando deja de lado las historias de vida de las víctimas, de las comunidades históricamente discriminadas y se pierde en la fama, la farándula y los intereses más poderosos. Pero es más doloroso cuando lo hace impunemente. La verdad, su esclarecimiento y función reparadora, pasa por la aceptación por parte de los medios de comunicación masivos sobre su actuación en el conflicto armado colombiano y una petición genuina de perdón.
Sobre este tema, del cual sólo esbozo humildemente una primera opinión, se debería empezar a trabajar en la academia, las facultades de periodismo, en las empresas informativas y en los medios de comunicación. Investigar, ahondar y reconocer la participación de los medios en el conflicto es parte de la verdad, de la convivencia y de la no repetición.
*Comunicadora social y periodista. Columnista. Defensora de derechos humanos.
(C) Magíster en educación. (Twitter: @E_Vinna)
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