Análisis
Por María Méndez
Oficina de Comunicaciones y Derechos Humanos CODH
Fundación Colombia Soberana
Se ha derramado mucha sangre desde el fin del cese al fuego unilateral de las FARC-EP que el gobierno no supo interpretar con coherencia y voluntad de paz. Los muertos son hijos del pueblo, son mártires de esta guerra que no conoce bandos sino clases, que no conduce sino a enriquecer a las multinacionales, la oligarquía y a los avaros generales que nunca han sabido que es es pasar hambre, frío, miedo y penurias en los combates de la selva.
El gobierno miente a todos. Le incumple a los campesinos, a los indígenas, a los afros, a las víctimas, miente sobre el helicóptero, sobre el proceso, miente al mundo, miente a las guerrillas y miente al pueblo. Y como si fuera poco, los medios masivos hacen eco a sus falsedades y fabrican las propias sistemática y cínicamente.
¿Por qué no hay acuerdos? ¿no será que quieren desconocer las víctimas, sobre todo las del estado? ¿Por qué tal demora en un punto donde las iniciativas están sobre la mesa?
Alegra un poco el comunicado del 18 de junio que leyó las FARC pues es un esfuerzo para acelerar la redacción de un borrador conjunto de acuerdos. En este proponen las reformas a la ley 1448, se habla de perdón público de las partes en confrontación y del Fondo Especial para la Reparación integral, entre otras iniciativas. (Leer documento)
Pero este proceso, al menos en su parte pública que es la que conocemos, parecen dar un paso adelante y tres atrás. Después de este avance leemos y vemos con asombro las actuaciones y declaraciones del gobierno y de sus representantes en la mesa de la Habana. para ser más claros, nos referimos a la entrevista y las ideas expresadas por Sergio Jaramillo en las que parece echarle a las FARC toda la culpa de los desplazamientos y encima ignora la existencia de exiliados y refugiados colombianos en otros países.
Parece el Comisionado de Paz desconocer que casi el 81% de las tierras despojada y el 41% de las abandonadas se deben a acciones paramilitares, esos paramilitares que el gobierno niega pero sin embargo trabajan muy de cerca al Ejército y la Polícía; esos mismos que no "existen" pero matan a los líderes sociales, a los defensores de derechos humanos, a periodistas, a la oposición, a ambientalistas, etc; esos que las multinacionales jamás han visto pero que les "limpian" los campos de campesinos y les sirven de "seguridad" por si acaso las comunidades vuelven.
Es un riesgo insultar y hasta matar al interlocutor, sobre todo si de lo que se está hablando es de paz. Creemos que es hora de tomar la paz en serio, llamamos a las partes a que se respeten mutuamente y respeten al país que anhela de verdad poder tomar un rumbo diferente a la muerte y la miseria.
Deseamos un cese bilateral al fuego indefinido y verificable. Llamamos al gobierno para que ordene a las tropas del Ejército y la Policía terminar los ataques a la población civil en varias zonas del país y que tomen medidas contra los grupos paramilitares que causan terror en los campos colombianos, por ejemplo en Antioquia, Nariño y Meta.
Es urgente avanzar en la mesa de diálogos. Las bombas no dejan oír. Estamos seguros que el primer campo que hay que desminar es el que conduce al cese bilateral.
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