Análisis
Por Fernando Dorado
Foto Blog Colombia Sin Palabras
El Cauca vive – en verdad – un momento trascendental en lo económico, político y cultural. Se han acumulado contradicciones insalvables. Entramos en la fase de resolución de una encrucijada histórica: superar el clientelismo, la politiquería y el “cortesanismo”. Las elecciones para Gobernación de 2015 serán el escenario ideal para que los conflictos acumulados encuentren canales de solución. Todo dependerá de la claridad de los dirigentes políticos y de la actitud de los movimientos sociales.
En lo económico el gran reto es si finalmente se impone el modelo minero-energético y agro-exportador en cabeza de inversionistas de gran capital o si la producción agropecuaria construida a lo largo de varias décadas por decenas de miles de “micro”, pequeños y medianos productores consigue dar un salto cualitativo hacia el procesamiento industrial de sus materias primas y la apropiación directa de la comercialización internacional de sus productos, hoy en manos de intermediarios transnacionales (Starbucks, Nestlé, etc.).
En lo político la expectativa consiste en si los gamonales de vieja data son derrotados plenamente y aparece una nueva clase política democrática, moderna, no clientelista y anti-corrupta. ¿Serán capaces los herederos de los viejos caciques de impulsar un proceso sostenido de cambio en las costumbres políticas de la región encontrándose con las fuerzas independientes, alternativas, progresistas y de izquierda para unir a los caucanos en torno a un desarrollo integral que empiece por derrotar la politiquería y la corrupción? Y… ¿las fuerzas progresistas serán capaces de aprovechar la coyuntura para impulsar con decisión – sin falsos moralismos y purismos – una amplia coalición de fuerzas que nos permita salir definitivamente de la caduca clase política tradicional?
En lo cultural el dilema es si los caucanos logramos unirnos aprovechando la diversidad étnica y cultural para convertirla en una efectiva potencia, o si, el espíritu estrecho de los intereses sociales y sectoriales enfrentados se impone, generando una especie de soterrada y sorda guerra inter-étnica que podrá servir de cobertura para que el gran capital se apodere de nuestros territorios y riquezas estratégicas. ¿Nos aceptaremos creativamente en nuestra maravillosa diversidad social y cultural o la conflictividad se acrecentará entre nosotros?
Todos estos retos se vivirán en medio de la resolución del conflicto armado que ofrece también dos alternativas: ¿La población de las zonas de colonización (montañas de Caloto, Corinto y Miranda en el norte; algunas zonas del Macizo colombiano y de la Bota Caucana; y la Costa Pacífica del Cauca) se podrán integrar a la vida económica, social y política de la región, o nuevas formas de violencia surgirán en dichas zonas para mantener el control de la economía del narcotráfico y de la minería ilegal? Es evidente que esos fenómenos delincuenciales pueden reciclarse y re-inventarse para continuar su dañina labor de degradación social y ambiental.
Lo que es evidente es que el actual Gobernador Temístocles Ortega no fue capaz de romper con su cortesanismo. Él es la verdadera continuidad del gamonalismo en la región. A su sombra siempre han pelechado los Aurelios, Jesús Ignacios, Guillermos Albertos y demás jefecillos de turno. Hoy pretende ser el principal responsable de los votos de Santos, desconociendo a los demás sectores políticos – entre ellos –, a las organizaciones sociales y movimientos políticos alternativos y progresistas, que llamaron con decisión a “votar contra Uribe”.
La reciente condecoración del presidente Santos a Aurelio Iragorri Hormaza tiene ese tufillo. Aunque también podría ocultar en el reverso un epitafio premonitorio: “Aquí yace la vieja clase política tradicional del Cauca”. Eso seguramente lo decidamos la mayoría de los caucanos en 2015.
Comentarios
Publicar un comentario
Este es un espacio para la sana exposición de las ideas. La paz se hace con un diálogo fundamentado en la descencia y el respeto. Por favor omitir groserias y vulgaridades.