Crónica
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Por YHOBAN CAMILO HERNANDEZ CIFUENTES
Hace 42 años José María Calle arribó a Macondo. En esa época solo había monte, pero con sus manos y el apoyo de su esposa, Silda Lara, montó una finca de 34 hectáreas a la que llamó Bonaire. Como en la novela de Gabriel García Márquez,Cien años de soledad, Macondo fue construido por un grupo de colonos que llegó buscando un hogar. Pero igual que en la historia del nobel colombiano, la violencia destruyó todo y en este Macondo, el real, les arrebató las tierras a los campesinos. Veinte años después, cuando tratan de retornar para rehacer sus vidas, los presuntos despojadores y hasta el Estado local intentan desplazarlos de nuevo.
Macondo es un corregimiento –poblado rural- del municipio de Turbo en la subregión de Urabá, departamento de Antioquia (Colombia). La zona tiene 8 veredas en las cuales hay aproximadamente 240 fincas a las que han retornado 600 familias sin ningún acompañamiento del Estado. Los campesinos se cansaron de esperar a que la justicia les restituyera sus tierras y regresaron por cuenta propia impulsados por la falta de techo, el desempleo, la inseguridad y las condiciones indignas que el despojo les obligó a vivir.
El decir de algunos es que mientras morían de hambre y vivían arrimados, los despojadores seguían enriqueciéndose con las tierras que les arrebataron. Como los demás, José María se cansó de esperar. Aunque pasa de los 60 años, este moreno de estatura mediana, nariz chata y labios gruesos, sigue erguido como un roble, habla con voz enérgica y se mueve con firmeza. Aun así, dice que ya no le dan trabajo. Por eso regresó a su parcela para mitigar las necesidades.
En Macondo los retornos sin acompañamiento institucional comenzaron desde el 2008, pero a su llegada los campesinos fueron agredidos. En repetidas ocasiones a los labriegos los han amenazado, les han destruido cultivos de pan coger, les han robado sus animales, les han matado los perros, les han dañado los cercos y hasta les han hecho disparos al aire para amedrentarlos. Por estos ataques, varios de ellos acusan a trabajadores de algunas haciendas de la zona, principalmente al señor Aicardo López, administrador de Guacamayas S.A.
Las quejas también dan cuenta de que algunas instituciones del municipio y de la subregión no atienden las denuncias de los labriegos, por las intimidaciones que sufren; no les brindan garantías para proteger sus vidas; entorpecen los procesos de reclamación y restitución de predios; y adelantan operativos de desalojo forzado a solicitud de los empresarios. A José María ya lo desalojaron una vez, el 8 de diciembre de 2012.
Pareciera como si algunos funcionaros sirviesen a los intereses de los presuntos despojadores. Sin mencionar que en días recientes el actual alcalde de Turbo, William Palacio Valencia, fue detenido por las autoridades, junto a otros 26 políticos de la zona, por supuestos nexos con paramilitares.
El Macondo de Urabá
La historia de este Macondo no dista mucho de aquél poblado imaginario creado por el realismo mágico. Aquí la mayor tragedia no la causaron las empresas bananeras como la Colombian Fruit Company, en la historia del nobel; o la Chiquita Brands, acusada y sancionada en Estados Unidos por financiar paramilitarismo en Urabá. En este corregimiento serían algunos empresarios de la ganadería los que propiciaron el despojo.
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