Análisis
Colombia Soberana
Nací en un país en guerra,al igual que mis padres y mis abuelos. Desperté pronto del sueño de la juventud. Abrí los ojos una mañana y bombas estallaban en mi natal Bogotá trayendo el terror que por décadas vivían los campesinos y que los citadinos no conocíamos a falta de medios de comunicación veraces y comprometidos con la sociedad y la paz.
Abrir los ojos en los años de la "lucha contra los grandes carteles del narcotrafico", en la época del narcoterrorismo, presencié desmovilizaciones hoy en día absurdas para mi, procesos de paz frustrados, el empezar del recrudecimiento de una guerra que hoy tiene consecuencias y alcances increíbles, el exterminio de la UP, el nacimiento de una constitución tan fallida como el estado que la parió y tan descuartizada como la democracia que pretende defender, fui testigo del fortalecimiento paramilitar y el proceso de fusión del narcoparamilitarismo y el estado, en fin todo esto que vemos ahora venirse encima.
El andar por la vida, el recorrer los diferentes "mundos" multicolores que conforman la historia de cada persona, de cada localidad y de nuestra querida Colombia, me ha enseñado no solo las diferencias, las riquezas y los sufrimientos, también me ha llevado a la conclusión de que a pesar de las creencias ideológicas, políticas y religiosas, del sentido que le demos a la vida a través de nuestras vivencias y de las muy variadas propuestas que a veces se contraponen, los colombianos de a pie le apostamos a la paz pero con justicia social.
Ya vivimos la "paz de los sepulcros", la "pacificación" de los campos a cargo de las fuerzas militares y sus fuerzas paramilitares desde los "Pájaros" de los 50 hasta las "BACRIM" de hoy día, ya estamos cansados de la represión y del fortalecimiento de grupos criminales como el ESMAD, ahora tenemos propuestas, exigimos sean cumplidas nuestras exigencias y respetados nuestros derechos.
Las Constituyentes por la Paz andan galopando por nuestra patria dejando huellas imborrables en nuestros territorios; Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, la UP y demás movimientos sociales, políticos, ambientalistas, campesinos, estudiantiles, caminan con paso firme hacia la paz; las seis exigencias que el pueblo colombiano en cabeza de la MIA negocia con el gobierno no tienen marcha atrás a pesar del saboteo del estado; el voto en blanco, el voto por la UP o el voto por partidos diferentes a los corruptos o tradicionales son formas de consciencia y rebeldía electoral.
Nuestra esperanza de paz ya no solo está en la Habana, sino que se concentra más que todo el la capacidad y la masiva organización del pueblo que anhela la paz que nunca tuvo y que se merece. Llevamos décadas pidiendo la paz, hoy lucharemos por ella abriendo paso a la Asamblea Nacional Constituyente como única forma de refrendar los acuerdos que se hagan en Cuba entre el gobierno y la guerrilla de las FARC-EP y como la manera más acertada posible de que el pueblo sea escuchado.
Se han hablado de tres temas importantes en la mesa de negociación en La Habana: tierras, participación política y el uso ilícito de los cultivos de marihuana, coca y amapola. En el problema de las tierras, que fue la mecha que encendió el tizón, ya se llegó a un acuerdo parcial, lo mismo que en participación política, que es la problemática que ha incrementado la guerra.
Esto es una luz de esperanza, pues los acuerdos a los que puedan llegar dos lados antagónicos con base en las propuestas que el pueblo colombiano ha hecho, es el punto de partida para construir nuestro nuevo país, pero es sólo la decisión y la fuerza del pueblo colombiano quien lo edifique.
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