Análisis
Tomado de El Espectador
Por: Alfredo Molano Bravo
DE VILLAVICENCIO YA NO SALEN avionetas de línea para San José del Guaviare porque por fin, después de 50 años de abierta, la carretera fue pavimentada y se gastan cuatro horas, cuando antes se iba el día entero en llegar por una trocha de tierra roja; si llovía y el bus se “pegaba” en los enterraderos, el tiempo se doblaba.
El camino desde San Juan de los Llanos —hoy de Arama— fue abierto por los jesuitas para llevar el ganado a sus hatos de Apiay. Durante la Segunda Guerra Mundial fue mejorado por la Rubber Company, una empresa del Departamento de Estado norteamericano para sacar caucho del Vaupés. La Rubber copió el sistema de explotación del látex que impuso Julio César Arana en toda la región, conocido como “avance” o “endeude”. La Rubber avanzaba a los caucheros que, a su vez, les avanzaban a indios y colonos comida, ropa, herramientas, trago, sal y pólvora. Es decir, les abrían cuenta en un almacén del contratista que ponía los precios de las mercancías y, por supuesto, los de compra del caucho. Un negociazo. El control que ejercía la compañía sobre los contratistas y el de estos sobre los siringueros o trabajadores era brutal. El gobierno le hacía la segunda a la Rubber, porque Colombia era aliada de EE.UU. Fue nuestra contribución a la derrota del Eje.
El río Ariari divide la región entre Granada, Meta y San José en dos economías diferentes. Al occidente, todavía hay colonización campesina y todavía hay coca. La explotación de la hoja fue copiada de la Rubber. El cartel avanzaba a los traquetos y los traquetos avanzaban a los colonos, y luego les compraban la base de coca y se descontaba el avance o plante. La guerrilla cobraba, y cobra, impuestos por los cultivos, y el traqueto paga impuesto a todas las autoridades para llevarla a los cristalizaderos.
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Al oriente, los cultivos de palma crecen a un ritmo asombroso. Desplazaron a los colonos y a los ganaderos. Sin duda también han adoptado el modelo inventado por el recién nombrado ministro de Agricultura en Indupalma: la alianza productiva, que es igual al sistema de los traquetos y el mismo de los caucheros: la empresa avanza a los campesinos con tierra, semillas, asistencia técnica, abonos, fumigantes, transporte y herramientas. Luego compra los corozos, se descuenta por la derecha, basada en un contrato de venta obligatorio —igual que hacían la Rubber y el Cartel de Medellín con sus operadores—. Falta decir que también las empresas avanzan a los campesinos con remesa, trago, uniformes y machetes malayos en sus cooperativas. Servicio completo.
Al occidente, en el municipio de Puerto Rico, por ejemplo, los colonos tratan de organizar una Reserva Campesina y el Gobierno una Zona de Consolidación de una guerra que no ha terminado. Al oriente de El Pororio, por ejemplo, la palma se expande libremente, sacando colonos hasta Mapiripán, pueblo que todavía no se repone de la masacre.
En San José del Guaviare, la Universidad Nacional y NN.UU. organizaron un foro sobre cultivos ilícitos al que el Gobierno no asiste, tampoco Indupalma, tampoco Fedegán. Los colonos que cultivan la hoja y sacan la base volvieron a plantear la urgencia de las reservas campesinas y su disposición a contribuir a la erradicación de la coca. Entiendo que el Gobierno no entiende lo que quieren decir. Una de las funcionarias del Incoder que sí entendió el asunto es Jennifer Mojica, a quien, al salir del Instituto, el procurador se la montó y la inhabilitó por diez años.
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