Noticia
De El Espectador
Por: Catalina González Navarro
Familiares de las víctimas del genocidio de la Unión Patriótica piden a la Corte Interamericana de Derechos Humanos que decida sobre la demanda contra el Estado colombiano por este caso.
En la carrera séptima con calle 26 de Bogotá se reunieron el viernes cientos de personas para recordar a los militantes de la Unión Patriótica sacrificados por la violencia paramilitar - y de algunos agentes estatales- desde 1987. Fue el punto de partida para la marcha que desde hace ocho años familiares y amigos de los desaparecidos realizan cada 11 de octubre en el marco del día Nacional por la dignidad de las Víctimas del genocidio de la Unión Patriótica.
Al ritmo de tambores, y cantando: "yo te daré, te daré patria hermosa, te daré una rosa, esa rosa se llama UP", caminaron con destino a la plaza de Bolívar, en donde, a través de un concierto, rindieron homenaje a las víctimas del genocidio de su partido.
Hoy, casi tres décadas después, siguen esperando conocer a los responsables de los crímenes, por lo que crearon el eslogan con el que quieren que la Corte Interamericana de Derechos Humanos defina la demanda contra el Estado por este genocidio: "Sin justicia y reparación a las víctimas del genocidio de la Unión Patriótica no habrá paz".
La esposa de uno de los líderes políticos de la UP asesinados en Tolima, quien por seguridad prefiere no revelar su nombre, recuerda con tristeza su trágico pasado. Cuenta que su vinculación con el partido no fue por nada distinto a que "nació con eso en la sangre". Pertenecieron al partido comunista y luego decidieron unirse a la Unión Patriótica.
Recuerda que vivir en el Tolima era muy bueno, "en mi región se vivía mucha armonía, compartíamos, nos reuníamos a proponer ideas, nos ayudábamos entre todos, no existían vicios, lo que hacíamos era formar juventudes. Pero para 2001 nos tocó una gran persecución".
Guarda silencio, da un par de pasos y afirma que este genocidio fue ocasionado por el Estado. Cuenta que después del asesinato de su esposo en 2002 vivió años muy duros, llenos de tristeza, pero que en 2005 Alberto Márquez un amigo cercano le dijo que había alguien que le podía ayudar, "eso fue un viernes, me dio una dirección en Ibagué yo planeaba viajar y el lunes siguiente lo asesinaron a él, a pesar de eso fui al lugar. Era la sede de la Corporación Reiniciar, allá recibí talleres durante seis meses, los psicólogos me ayudaron a entender que estaba pasando".
Como ella, hay cientos de casos. Según Jahel Quiroga, directora de la Corporación Reiniciar, hay registros de al menos tres mil víctimas. Esta Ong, junto a la Comisión Colombiana de Juristas, presentó en 1993 la petición de condena al estado colombiano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el genocidio de la UP. Y se han encargado de organizar a las víctimas. Durante esta semana reunieron en Bogotá a delegados de 17 regiones del país que piden una reparación política del partido.
Y es por esto que las familias escribieron 1.500 cartas para pedirle celeridad a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “Los gobiernos nos han obstaculizado el proceso”, afirma Quiroga, quien espera que por fin les den la razón y se ordenen a Colombia la reparación de las familias afectadas.
Lo mismo pide Norberto Domínguez, dirigente de la UP en el Cauca: "no quiero dejar esta lucha, porque entonces significaría que estoy de acuerdo con la política arrasadora que ejercieron contra nosotros".
Domínguez perteneció al Nuevo Liberalismo y en 1986 ingresó a la Unión Patriótica "motivado por la repugnancia de ver como las clases dominantes hacían de las suyas con los dirigentes UP. Yo no quería que se apagara esa luz".
En 1990 fue Concejal y para 2003 ya había recibido varias amenazas a nombre de paramilitares que le pedían que entregara al resto de sus compañeros. "Tirotearon la puerta de mi casa, me hacía seguimientos un cabo", afirma. En 2006 se vio obligado a salir del municipio, dejando su familia durante un año y ocho meses.
Narra su historia casi al ritmo del concierto “Serenata de los ausentes”, que se realizó en la Plaza de Bolívar, donde ubicaron tres mil sillas con los nombres de aquellos que murieron por apostarle a la paz desde una izquierda democrática para la cual aún no existían espacios en el país. Al menos eso es lo que demuestra la violencia desatada desde la extrema derecha en contra de todo lo que oliera a la Unión Patriótica.
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