Análisis
Tomado de ANNCOL
Por Juan Carlos Vallejo
A la mesa le faltan dos patas
He insistido, con plena razón histórica, en que tanto el ELN como la Iglesia Católica deberían estar sentados en la misma mesa de diálogo en la Habana. Y sustento esta postura con la participación directa que ambas organizaciones han tenido en el conflicto armado colombiano. La una con las armas en la mano y la otra bendiciéndolas y animando la guerra desde los púlpitos. Por eso suena cínica la postura de los purpurados de mantenerse "al margen" y "acompañar" desde lejos el proceso cuando deberían, a manera de acto recíproco, sentarse con el Ejército de Liberación Nacional que tan insistentemente, como las FARC-EP, ha estado abierto a buscar una salida a la guerra. No sobra anotar los estrechos vínculos del grupo guerrillero con los principios sociales de la Iglesia y su vocación teológica liberadora inspirada por Camilo Torres, Manuel Pérez y Domingo Laín, entre otros.
ELN e Iglesia Católica no son extraños entre sí y sin ellos, la mesa en la Habana está coja porque le faltan dos patas.
¡Cómo les arde Tanja¡
No hay día en que una columna o sección de un noticiero pretenda barrer, trapear y sacudir con la dignidad de la internacionalista, Tanja Nijmeijer, miembro activo de la mesa de diálogo por parte de las FARC-EP. No me equivoqué al predecir, en mis Notas antes publicadas, que sería un gran acierto contar con su presencia no sólo por su condición de 'extranjera" -que no lo es para el humilde pueblo colombiano- sino por su inteligencia, disciplina, solidaridad, belleza, locuacidad y experiencia, con las que que, a pesar de su corta edad, ha cautivado a propios y extraños. Tanja o "Alexa Nariño", como ella prefiere que la llamen, ha sido blanco del odio visceral de la gran prensa y de los enemigos agazapados de la paz. Pero ese ardor se traduce en que en 18 idiomas han sido traducidas las diferentes entrevistas que ha dado en radio y televisión, y que los más importantes diarios y columnistas respetados del mundo hayan escrito sobre ella. Ahora la vemos respondiendo y desbaratando, una a una, las grandes mentiras que las siliconas prepago pretenden derramar sobre el sufrido pueblo colombiano.
El Tercer Canal y una frecuencia de radio para la oposición política
Y a propósito de medios, una de las garantías que debe haber para la participación política de la insurgencia en la oposición, es la de tener un medio de comunicación escrito, radial y televisivo; y qué mejor que otorgarle el Tercer Canal y una frecuencia de radio de cubrimiento nacional con el respectivo compromiso de pauta comercial y presupuesto para su sostenimiento. No se puede pactar una paz con medios de comunicación en pro de la guerra como los que hasta ahora existen en Colombia.
Las FARC-EP y el ELN son la consecuencia y no la causa de la guerra
No se llamen a engaño quienes pretenden atribuir la causa de la guerra a la insurgencia colombiana. No pretendan continuar con el sainete de que la paz se consigue silenciando los fusiles de las dos históricas guerrillas.
¿Y qué sobre los cambios estructurales que el país ha pedido a gritos? Supongamos que las dos guerrillas silencian sus armas y se integran a la lucha política sin que los cambios ocurran, ¿creen ustedes que no surgirán otros grupos armados que luchen por la reivindicación de los más oprimidos?
¡No lloren! ¡La fiebre no estaba en las cobijas!
Publicó el periódico El Tiempo con espanto la situación del país bajo la delincuencia común. Las cifras son escandalosas y por demás cortas a la hora de evaluar la realidad. Pero esto no era nuevo. Desde hace muchos años se ha incubado este mal que tiene profundas raíces sociales. La culpa ha sido ese despreció de las castas por el dolor de los más pobres. Recuerdo cuando el maestro, Estanislao Zuleta, advertía hace muchos años que el desinterés de la clase privilegiada por el conflicto en el campo llevaría éste, tarde que temprano, a las puertas de sus cómodas mansiones. Y no se equivocó. En los clubes sociales "la gente de bien" exclamaba aterrada "la llegada de la chusma" a sus sosegados palacios y fincas de recreo. Y de eso hace ya muchos años y la cosa fue de mal en peor porque la fiebre fue buscada en las cobijas. A una "Consejera Presidencial" de ingrata recordación, que la corretiaron calle abajo las Milicias Bolivarianas en los barrios populares de Medellín, le dio por llenar los barrios pobres de placas polideportivas sin la más mínima solución al problema de fondo. Caridad victoriana que lejos de ayudar a solucionar el problema lo ahondó. Y cómo sería la cosa, que hasta los mismos militares advertían de lo que se venía. Cómo olvidar, por ejemplo, cuando cubría como periodista una reunión convocada por el general, Harold Bedoya Pizarro con "los industriales del país", éste exclamó que en las montañas que rodeaban al Valle del Aburrá (estigmatizadas con el nombre de "comunas") crecía el hambre y la miseria, y que esos muchachos algún día pasarían la cuenta de cobro a la sociedad. Que para eso se necesitaba crear empleo y vincularlos a la actividad productiva del país. Cuando preguntó quién estaba dispuesto a darles empleo y oportunidades, nadie levantó la mano. Sólo se escucharon murmullos de madrazos y desprecio.
De esa reunión hay muchos periodistas testigos que saben que no miento. Años después, en la Cámara de Comercio de Medellín, otro general, Manuel José Bonett Loncarno, decía que cuando era teniente había recorrido el país y visto pobreza pero que ahora (en ese tiempo) como general, veía miseria, pauperización. Es decir, la cosa lejos de mejorar empeoraba. También de esa reunión hay muchos testigos. Sí, sí. Ya sé que los de siempre van a poner el grito en el cielo porque estoy "defendiendo a los militares" y "olvidando los que estos dos personajes hicieron" en su tiempo. ¡Piensen y digan lo que quieran! Yo ya estoy curado de espantos y si se atrevieron a sindicarme de pertenecer a la CIA, ¿qué no otra bobería se les ocurrirá? Pero hay que contarle al país que ni los propios militares han sido ajenos a esta realidad, pese a que entre lo que hayan dicho exista mucha diferencia en lo que hayan hecho. Aunque, como lo sostiene el periodista John Rojas, hay militares y policías decentes que reconocen la verdadera situación del país y saben que la salida no es militar. Y por ellos, no podemos taparnos los ojos y cerrar la boca.
Francisco González Aruca
Se fue un gran periodista de la causa cubana. Un hombre honesto, noble, valiente y de corazón grande. Un león en medio de las hienas del fanático exilio anticubano en Miami. Su capacidad inigualable de sindéresis y su visión casi profética de los más diversos acontecimientos mundiales, lo hicieron maestro del verdadero periodismo al servicio de la comunidad de habla hispana en los Estados Unidos. Sus obras y su ejemplo quedan como gran legado a los nuevos periodistas y para quienes tuvimos el honor de escucharle y conocerle. RIP.
Tomado de ANNCOL
Por Juan Carlos Vallejo
A la mesa le faltan dos patas
He insistido, con plena razón histórica, en que tanto el ELN como la Iglesia Católica deberían estar sentados en la misma mesa de diálogo en la Habana. Y sustento esta postura con la participación directa que ambas organizaciones han tenido en el conflicto armado colombiano. La una con las armas en la mano y la otra bendiciéndolas y animando la guerra desde los púlpitos. Por eso suena cínica la postura de los purpurados de mantenerse "al margen" y "acompañar" desde lejos el proceso cuando deberían, a manera de acto recíproco, sentarse con el Ejército de Liberación Nacional que tan insistentemente, como las FARC-EP, ha estado abierto a buscar una salida a la guerra. No sobra anotar los estrechos vínculos del grupo guerrillero con los principios sociales de la Iglesia y su vocación teológica liberadora inspirada por Camilo Torres, Manuel Pérez y Domingo Laín, entre otros.
ELN e Iglesia Católica no son extraños entre sí y sin ellos, la mesa en la Habana está coja porque le faltan dos patas.
¡Cómo les arde Tanja¡
No hay día en que una columna o sección de un noticiero pretenda barrer, trapear y sacudir con la dignidad de la internacionalista, Tanja Nijmeijer, miembro activo de la mesa de diálogo por parte de las FARC-EP. No me equivoqué al predecir, en mis Notas antes publicadas, que sería un gran acierto contar con su presencia no sólo por su condición de 'extranjera" -que no lo es para el humilde pueblo colombiano- sino por su inteligencia, disciplina, solidaridad, belleza, locuacidad y experiencia, con las que que, a pesar de su corta edad, ha cautivado a propios y extraños. Tanja o "Alexa Nariño", como ella prefiere que la llamen, ha sido blanco del odio visceral de la gran prensa y de los enemigos agazapados de la paz. Pero ese ardor se traduce en que en 18 idiomas han sido traducidas las diferentes entrevistas que ha dado en radio y televisión, y que los más importantes diarios y columnistas respetados del mundo hayan escrito sobre ella. Ahora la vemos respondiendo y desbaratando, una a una, las grandes mentiras que las siliconas prepago pretenden derramar sobre el sufrido pueblo colombiano.
El Tercer Canal y una frecuencia de radio para la oposición política
Y a propósito de medios, una de las garantías que debe haber para la participación política de la insurgencia en la oposición, es la de tener un medio de comunicación escrito, radial y televisivo; y qué mejor que otorgarle el Tercer Canal y una frecuencia de radio de cubrimiento nacional con el respectivo compromiso de pauta comercial y presupuesto para su sostenimiento. No se puede pactar una paz con medios de comunicación en pro de la guerra como los que hasta ahora existen en Colombia.
Las FARC-EP y el ELN son la consecuencia y no la causa de la guerra
No se llamen a engaño quienes pretenden atribuir la causa de la guerra a la insurgencia colombiana. No pretendan continuar con el sainete de que la paz se consigue silenciando los fusiles de las dos históricas guerrillas.
¿Y qué sobre los cambios estructurales que el país ha pedido a gritos? Supongamos que las dos guerrillas silencian sus armas y se integran a la lucha política sin que los cambios ocurran, ¿creen ustedes que no surgirán otros grupos armados que luchen por la reivindicación de los más oprimidos?
¡No lloren! ¡La fiebre no estaba en las cobijas!
Publicó el periódico El Tiempo con espanto la situación del país bajo la delincuencia común. Las cifras son escandalosas y por demás cortas a la hora de evaluar la realidad. Pero esto no era nuevo. Desde hace muchos años se ha incubado este mal que tiene profundas raíces sociales. La culpa ha sido ese despreció de las castas por el dolor de los más pobres. Recuerdo cuando el maestro, Estanislao Zuleta, advertía hace muchos años que el desinterés de la clase privilegiada por el conflicto en el campo llevaría éste, tarde que temprano, a las puertas de sus cómodas mansiones. Y no se equivocó. En los clubes sociales "la gente de bien" exclamaba aterrada "la llegada de la chusma" a sus sosegados palacios y fincas de recreo. Y de eso hace ya muchos años y la cosa fue de mal en peor porque la fiebre fue buscada en las cobijas. A una "Consejera Presidencial" de ingrata recordación, que la corretiaron calle abajo las Milicias Bolivarianas en los barrios populares de Medellín, le dio por llenar los barrios pobres de placas polideportivas sin la más mínima solución al problema de fondo. Caridad victoriana que lejos de ayudar a solucionar el problema lo ahondó. Y cómo sería la cosa, que hasta los mismos militares advertían de lo que se venía. Cómo olvidar, por ejemplo, cuando cubría como periodista una reunión convocada por el general, Harold Bedoya Pizarro con "los industriales del país", éste exclamó que en las montañas que rodeaban al Valle del Aburrá (estigmatizadas con el nombre de "comunas") crecía el hambre y la miseria, y que esos muchachos algún día pasarían la cuenta de cobro a la sociedad. Que para eso se necesitaba crear empleo y vincularlos a la actividad productiva del país. Cuando preguntó quién estaba dispuesto a darles empleo y oportunidades, nadie levantó la mano. Sólo se escucharon murmullos de madrazos y desprecio.
De esa reunión hay muchos periodistas testigos que saben que no miento. Años después, en la Cámara de Comercio de Medellín, otro general, Manuel José Bonett Loncarno, decía que cuando era teniente había recorrido el país y visto pobreza pero que ahora (en ese tiempo) como general, veía miseria, pauperización. Es decir, la cosa lejos de mejorar empeoraba. También de esa reunión hay muchos testigos. Sí, sí. Ya sé que los de siempre van a poner el grito en el cielo porque estoy "defendiendo a los militares" y "olvidando los que estos dos personajes hicieron" en su tiempo. ¡Piensen y digan lo que quieran! Yo ya estoy curado de espantos y si se atrevieron a sindicarme de pertenecer a la CIA, ¿qué no otra bobería se les ocurrirá? Pero hay que contarle al país que ni los propios militares han sido ajenos a esta realidad, pese a que entre lo que hayan dicho exista mucha diferencia en lo que hayan hecho. Aunque, como lo sostiene el periodista John Rojas, hay militares y policías decentes que reconocen la verdadera situación del país y saben que la salida no es militar. Y por ellos, no podemos taparnos los ojos y cerrar la boca.
Francisco González Aruca
Se fue un gran periodista de la causa cubana. Un hombre honesto, noble, valiente y de corazón grande. Un león en medio de las hienas del fanático exilio anticubano en Miami. Su capacidad inigualable de sindéresis y su visión casi profética de los más diversos acontecimientos mundiales, lo hicieron maestro del verdadero periodismo al servicio de la comunidad de habla hispana en los Estados Unidos. Sus obras y su ejemplo quedan como gran legado a los nuevos periodistas y para quienes tuvimos el honor de escucharle y conocerle. RIP.
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