Análisis
Tomado de El Espectador
Escrito por José Roberto Acosta
Tomado de El Espectador
Escrito por José Roberto Acosta
Cualquier reforma tributaria del mundo es un tire y afloje entre trabajadores y el capital, pero en el caso colombiano siempre este último gana con el pupitrazo de un parlamento aceitado con burocracia y mermelada.
Con casi 200 artículos y más de 300 proposiciones, la manguala de Gobierno y Congreso camuflan tramposamente la grosera inequidad de esta reforma tributaria, derivada de la reducción de los costos laborales para las empresas, pero en detrimento de más impuestos para los asalariados, es decir, más beneficios al capital concentrado la riqueza en pocos.
Miente el Gobierno al afirmar que esta reforma generará empleo, pues quedó claro por el propio director de la DIAN que no existen estudios oficiales al respecto, y además, porque esa visión teórica de línea neoclásica, según la cual el nivel de empleo se favorece si se disminuye el costo salarial, no ha sido la mejor directriz ni en Colombia ni en el mundo, por ello la reforma laboral del año 2002 fue un fracaso. Aterra que el ministro trate de vender su reforma con una supuesta carta del sector confeccionista, según la cual más de la mitad del empleo que generan es informal debido a los parafiscales, y en lugar de denunciar semejante confesión de irregularidad contractual, la use para disfrazar el recorte de ingreso disponible de los trabajadores formales.
Miente el Gobierno al decir que la disminución del IVA a la medicina prepagada mejora la equidad, cuando para esos “privilegiados” que pueden financiar su salud les quitan diez veces ese ahorro con el aumento de impuestos. Miente cuando calla su cacareada simplificación del sistema tributario, porque ahora necesita matorrales de artículos para pasar al gorila que desfinancia al ICBF, al SENA y a los recursos de municipios y departamentos para educación y salud.
Miente el Congreso, al decir que esto no se parece al trámite de la fallida reforma a la justicia, mientras delegan en los ponentes y asesores su sagrada responsabilidad de representar a sus electores en materia de impuestos.
Y lo peor es cómo mienten algunos medios de comunicación que, por interés de sus dueños, cínicamente justifican la oposición a la reforma como algo típico y de trámite a cualquier tema tributario, ocultando sus defectos de fondo.
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