Anàlisis
Tomado de Desde Abajo
- Autor:Juan Carlos Agudelo
- País:Colombia
- Región:Sur América
Informacion adicional
Todo parece indicar que el proyecto de Reforma Tributaria será definitivamente Ley de la República. El ministro Cárdenas se habrá anotado un triunfo importantísimo en el corto tiempo que lleva ejerciendo la cartera de Hacienda, mientras Juan Ricardo Ortega, –el afamado director de la DIAN–, se trepa en el “rating” de los que más hablan.
Mucho se ha dicho de la reforma tributaria, de cómo va a repercutir sobre las condiciones de vida de los pobres y las utilidades de los ricos. Los pobres, incluidos los de la clase media, que son muchos, verán reducidos sus salarios por cuenta de una mayor carga tributaria, tal y como lo denunció el senador conservador Juan Mario Laserna. Los ricos, los realmente ricos, que son pocos, verán efectivamente reducida su carga tributaria en 9,2%. Es lo que en Colombia llamamos equidad.
Actualmente los ricos, según la ley tributaria, deben contribuir al fisco con un 33% de sus utilidades netas, pero ellos contribuyen efectivamente sólo con el 24% promedio. Los otros, pobre ricos, lo hacen a una tasa efectiva un poco más baja, 11% cuando la ley ordena hacerlo a una tasa del 15%.
Lo cierto es que la reforma tributaria reduce los costos laborales de las empresas en un margen que oscila entre el 42 y el 47 por ciento. Claro, la incidencia de la medida varía según el sector económico en el que se ubican los beneficiarios y la intensidad de mano de obra requerida. Medida que, en opinión de los técnicos especializados en el tema, se verá reflejada cada final de año en el incremento de las utilidades de los más ricos, en contraste con los más pobres, que, por el contrario, verán reducidos ostensiblemente sus ingresos familiares.
Ahora mismo, como cada final de año, se discute en la Comisión –permanente- de Concertación Salarial y Laboral el “salario mínimo” de los –cada vez menos– trabajadores que cuentan con algún tipo de contrato en Colombia. A la Comisión llegarán los empresarios (los ricos), junto con el Gobierno, en una contienda desigual, a discutir con los trabajadores (los pobres), el reajuste salarial para el año 2013. El sainete ya se conoce, pese a lo cual los trabajadores intentan –seguramente con la mejor buena voluntad– ponerse de acuerdo con la patronal sobre cuál debe ser la remuneración mensual por el trabajo. Resultado de dicha contienda el Gobierno deberá emitir un decreto mediante el cual fije el precio del salario para el próximo año. En contraste, y en otro lugar, mediante aprobación de una Ley, el Gobierno Santos, en común acuerdo con el Congreso de la República que controla con el 94 por ciento de los votos, define los términos en que se incrementará la tasa de acumulación de capital.
No es menos que paradójico. En dos escenarios distintos: uno, el Congreso de la República, del que son excluidos los pobres, y otro, la Comisión –permanente- de Concertación Salarial y Laboral, en el que los trabajadores son “invitados de piedra”, se definen los términos de remuneración del trabajo y del capital. En ambos casos la posición dominante, la empresarial, con un enorme poder de influencia y coacción, y la del Gobierno que favorece los intereses de su clase, o lo que es lo mismo, los del capital, se ensaña perniciosa sobre los pobres, incluidos los pobres de la clase media.
Conclusión: de lo que se trata con la fijación del salario mínimo y la reforma tributaria es de maximizar la utilidad, o lo que es lo mismo, incrementar la tasa media de renta. Alcanzar ese que es un objetivo “loable”, por demás, en la perspectiva de la moral del empresariado –rico- y poderoso– inevitablemente implica modificar las reglas formales de distribución del excedente de producción, del que participa el Estado por medio de los impuestos, por eso la Reforma Tributaria. Simple: maximizar la utilidad equivale –del otro lado de la ecuación– a reducir costos, lo que implica reducir la tasa del salario real a la que se remunera el trabajo en Colombia. Así sucede aquí y en Grecia…
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