Tuve una pesadilla. Yo despertaba en un pequeño hotel cuando salí ¡Oh! ¡Qué sorpresa! La Macarena, Antigua Zona de despeje, San Vicente del Caguán.
Tuve un súbito entusiasmo, si se había devuelto el tiempo yo estaría más joven. Primera desilusión, tenía todavía mis treinta y algo y mi enfermedad seguía igual, incluso en el sueño era peor. Pero medite y me dije, si tengo la misma edad, tengo la misma experiencia y un par de dolores musculares no me van a detener. Este era el gran momento para aportar en las mesas temáticas un par de ideas y exponer los problemas que vivimos los colombianos de a pie.
Salí con mi chaleco, mi cámara y mi grabadora. Me dirigí al recinto donde se estaba ejecutando el diálogo. Segunda desilusión, no podíamos hablar. la boca de los ciudadanos la teníamos cerrada con una placa de metal que se aferraba a nuestra piel y producía dolor al intentarla retirar. Saqué mi espejo (las mujeres siempre cargamos estos pequeños artefactos así no seamos vanidosas) y curiosamente en esta placa estaban los signos de la presidencia, RCN y Caracol ¿Por qué será?
No me desanimé. Soy así, difícilmente pierdo la esperanza y comencé a cumplir con mi deber. Tercera desilusión, unas serpientes grandísmas bloqueaban nuestro paso y nos intoxicaban con su aliento a gas, un gas conocido, claro el gas lacrimógeno.
No nos detendrían, eramos muchos y seguimos, seguimos para nada. Otra vez el presidente Pastrana, que tenía cara de diablo con ojos saltones feo, feo, mandaba a sus representantes a la defensiva con oídos cerrados. Curiosamente Victor G Ricardo tenía cara de ex vicepresidente y estaba acompañado de un capo de la droga vestido de color Naranjo...¡Qué extraño!
El sueño llegó a su parte más triste cuando los delegados del gobierno comenzaron a gritar: no es negociable, no hay pan para el niño que muere de hambre ¿Cómo nos daríamos nuestros grandes manjares si lo compartimos?; no es negociable, no hay educación para la prostituta de nueve años que deambula por las calles ¿Cómo nos divertiríamos?; no es negociable, no hay tierra para los campesinos ¿Qué les daríamos a las multinacionales? ¿Dónde tendríamos nuestras casa de descanso?
Desperté muy nerviosa, ¡Menos mal era un sueño! Desilusión, hoy veo que, de nuevo, como en la época de Pastrana, nada es negociable ¿Hasta cuando?
Tuve un súbito entusiasmo, si se había devuelto el tiempo yo estaría más joven. Primera desilusión, tenía todavía mis treinta y algo y mi enfermedad seguía igual, incluso en el sueño era peor. Pero medite y me dije, si tengo la misma edad, tengo la misma experiencia y un par de dolores musculares no me van a detener. Este era el gran momento para aportar en las mesas temáticas un par de ideas y exponer los problemas que vivimos los colombianos de a pie.
Salí con mi chaleco, mi cámara y mi grabadora. Me dirigí al recinto donde se estaba ejecutando el diálogo. Segunda desilusión, no podíamos hablar. la boca de los ciudadanos la teníamos cerrada con una placa de metal que se aferraba a nuestra piel y producía dolor al intentarla retirar. Saqué mi espejo (las mujeres siempre cargamos estos pequeños artefactos así no seamos vanidosas) y curiosamente en esta placa estaban los signos de la presidencia, RCN y Caracol ¿Por qué será?
No me desanimé. Soy así, difícilmente pierdo la esperanza y comencé a cumplir con mi deber. Tercera desilusión, unas serpientes grandísmas bloqueaban nuestro paso y nos intoxicaban con su aliento a gas, un gas conocido, claro el gas lacrimógeno.
No nos detendrían, eramos muchos y seguimos, seguimos para nada. Otra vez el presidente Pastrana, que tenía cara de diablo con ojos saltones feo, feo, mandaba a sus representantes a la defensiva con oídos cerrados. Curiosamente Victor G Ricardo tenía cara de ex vicepresidente y estaba acompañado de un capo de la droga vestido de color Naranjo...¡Qué extraño!
El sueño llegó a su parte más triste cuando los delegados del gobierno comenzaron a gritar: no es negociable, no hay pan para el niño que muere de hambre ¿Cómo nos daríamos nuestros grandes manjares si lo compartimos?; no es negociable, no hay educación para la prostituta de nueve años que deambula por las calles ¿Cómo nos divertiríamos?; no es negociable, no hay tierra para los campesinos ¿Qué les daríamos a las multinacionales? ¿Dónde tendríamos nuestras casa de descanso?
Desperté muy nerviosa, ¡Menos mal era un sueño! Desilusión, hoy veo que, de nuevo, como en la época de Pastrana, nada es negociable ¿Hasta cuando?
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