Noticia
Tomado de El Día
En menos de una semana se destapó un video de unos agentes electrocutando a dos mujeres en Santander, una foto de otro agente encima y a punto de golpear a una periodista en Bogotá y el Esmad pone en duda sus instrumentos de acción cuando aparecen varias personas heridas con esquirlas en una de sus represiones a una manifestación.
Sobre este último caso, el docente Jairo Camargo, del colegio Toscana Lisboa de la localidad de Suba en Bogotá, relató la experiencia de la que tiene, o más bien no tiene, como prueba que le hace falta un pedazo de su oreja. “Estábamos apoyando todo lo que rodeaba a las actividades de la finalización de la Semana de la Indignación, el contexto a nivel nacional y las justas luchas de los maestros en la ruta que iba por la carrera 7ª. Iniciamos en el Parque Nacional nuestra marcha pacífica, común y corriente, acompañando a los compañeros del Sena, la marcha de la Universidad Javeriana y del Externado, un grupo de docentes y un grupo de defensores de derechos humanos”.
Entonces, comenzó la agresión por parte del Esmad; “no nos dejaron avanzar ni siquiera 300 metros, y fuimos agredidos por estas fuerzas del Estado”. El docente es preciso al decir que el Esmad actuó de forma autoritaria sin haber ningún tipo de confrontación por parte de los manifestantes, “porque nadie los había atacado, ni rayando paredes ni rompiendo vidrios. Ellos, para evitar que marcháramos a lo que ha sido algo simbólico, nos atacaron”.
Los marchantes no respondieron a la agresión, llamaron a la calma, buscando tranquilidad de parte y parte, pero el Esmad arreció su ataque. Allí comenzó la hecatombe. Primero dispararon una bomba de gas, luego siguieron con una bomba aturdidora que asustó en verdad a todos los marchantes y los hizo correr. Después, vino otra más de gas lacrimógeno que le pegó en la pierna izquierda al profesor Jairo Camargo, “todavía tengo el quemonazo”. En medio de la confusión, él regresó hacia el Parque Nacional para replegarse, pero hasta allí llegó la arremetida.
Dispararon una segunda bomba aturdidora. Y aquí aparece una gran duda, “no sé qué les ponen, pero sentí un rayón en la oreja; si no giro me saca un ojo o me hubiera matado. Sí, me cortó la oreja, tres centímetros del pabellón auricular”. Con la mano bañada en sangre trató de salir de la confusión. De inmediato, sus compañeros reaccionaron y el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos lo trasladó hasta la institución médica donde recibió atención.
“El Esmad se ha convertido en un escuadrón de la muerte”, así describe Leonardo Rojas, defensor del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, quien es además de analista, testigo de lo sucedido, a esta ‘fuerza’ especial del Estado.
Su análisis comienza resaltando el hecho de que los medios de comunicación nacionales sólo se limitan a decir que hay infiltrados en las marchas, pero nunca hablan de las actitudes represivas de la fuerza pública. De hecho, fue necesario que un Policía agrediera a una periodista para que hubiese una manifestación de repudio al accionar de la fuerza pública colombiana, que cada vez se asemeja más a la de Siria o Yemen.
Comentarios
Publicar un comentario
Este es un espacio para la sana exposición de las ideas. La paz se hace con un diálogo fundamentado en la descencia y el respeto. Por favor omitir groserias y vulgaridades.