Se vuelve
insostenible la mentira sobre “la actualidad colombiana”, sobre todo en lo
social, que intenta presentar el gobierno y sus escuadrones de la muerte
armados con cámaras y micrófonos.
El sol no se puede
tapara con las manos, la verdad sale a flote tarde o temprano, en esto ya
tienen experiencia los predecesores de Juan Manuel Santos, y esto lo está viviendo
Uribe y también Santos, a quien su Colombia de mentira se le está viniendo
encima.
Por un lado tiene en
problema carcelario. La criminalización de los sectores sociales; la
destrucción del tejido social y de los valores de convivencia que son el
resultado de la pobreza extrema, la falta de oportunidades, los desplazamientos
(tanto violento como económico) y otros factores que conllevan a la
delincuencia; y por último la corrupción, la parapolítica y demás formas de
podredumbre de las instituciones del estado, tienen a las cárceles colombianas
a punto de estallar.
Eso sí no aprenden. A
pesar de la amarga experiencia sufrida con Sigifredo López, al que intentaron hacerle lo mismo que
a más de 9500 presos políticos y de consciencia, y de que ya no tiene dónde
meter un preso más, Santos sigue con su modelo de represión, y las soluciones
que da para el hacinamiento carcelario se resumen en darle casa por cárcel a
conductores borrachos y cuántos puedan pagar “el regalito”, eso sí, que no sean
acusados por razones políticas.
La naturaleza le pasa
cuenta de cobro a todos por el descuido en que la tenemos sumida, sobre todo
las grandes empresas, y si no es que llueve a borbotones inundando todo, hace
una sequía de dimensiones extraordinarias, cualquiera de las dos cosas deja a
su paso desplazados, tierras arrasadas,
hambre, miseria y demás, cuestión a la que los presidentes de Colombia le han dado una solución efectiva para ellos:
esconder las cifras.
Santos y la
oligarquía también tienen un problema de física matemática: toda acción tiene
su reacción. Su matrimonio con la narco para política tiene cercado al gobierno
Santos. Lo menos grave es lo de la cantidad de senadores aliados con estos
grupos de ultra derecha para estatales, esto se está “resolviendo” conforme lo planeado;
en cambio el problema Uribe está creciendo. Sus trinos en tuiter que cuestionan
sus acciones, los molestos ex asesores primos de algún capo, la movilización de
los sectores más recalcitrantes de la sociedad (incluyendo al rezandero prevaricador
nacional, digo procurador nacional), y otros tantos que entorpecen y ponen
trabas a todas sus acciones.
El ataque
indiscriminado contra asociaciones, grupos políticos, campesinos, en fin,
contra todos los movimientos sociales y la población inconforme. Bombardeo a
campesinos en Meta, estigmatización política, terrorismo estatal y mediático…
ni hablar más de esto, pan de todos los días.
La vieja práctica de
la cooptación de algunos representantes de la izquierda (los traidores obvio)
implementada desde hace mucho tiempo por la oligarquía nacional, también le
pasa cuenta de cobro: los problemas con el vicepresidente, el alcalde de
Bogotá, los “opinadores”, etc.
El proceso de paz
está cercado. Por un lado sentarse a hablar con las FARC, quienes saben lo que
quieren, por qué lo quieren y tienen apoyo de una parte importante de la sociedad,
es un acto arriesgado si lo único que se quiere es reelección, protagonismo y
subir en las encuestas… más claro no canta un gallo. También esta Uribe y sus
representantes armados, quienes atacan furibundos el proceso y por último las
fuerzas armadas. Tratos van, tratos vienen la oligarquía en el futuro aspira a
ganar ¿cómo le irá a Santos?
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