Noticia (semana.com). Oposición "radical y fuerte" de Uribe, obstáculo para proceso de paz: Crisis Group
El documento de más de 50 páginas, titulado "Colombia: ¿Finalmente conocerá la paz?", de la organización no gubernamental International Crisis Group, ICG, destaca la importancia de que el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC se sienten en la misma mesa a negociar el fin del conflicto.
Este organismo, destacado por su análisis y participación en la prevención y resolución de conflictos en todo el mundo, asegura que una solución política al conflicto más antiguo del hemisferio occidental puede estar a la vista. Y presenta uno de sus argumentos como el hecho de que parece haber una firme voluntad por alcanzar un acuerdo por parte de las partes.
"En tanto el gobierno entiende que únicamente por medios militares no puede terminar el conflicto, las FARC, por su parte, parecen reconocer que la lucha armada les permite poco más que la mera sobrevivencia", señala Crisis Group.
La dinámica más amplia del conflicto también favorece un arreglo político. "Ninguna de las partes tiene posibilidades de ganar solo a través de las armas y por ello ambas están fuertemente incentivadas a negociar", asegura. "Diez años de intensa guerra contrainsurgente han debilitado significativamente la fuerza de combate de las guerrillas y las ha empujado a escondites rurales cada vez más remotos, lo que redujo sustancialmente el impacto sobre los grandes centros urbanos", concluye.
Por otra parte, la entidad también destaca que ambos actores tienen "la responsabilidad histórica" de forjar un acuerdo, pero solo una fuerte apropiación social y política del proceso puede garantizar que éste conduzca a la paz duradera que ha sido esquiva por tanto tiempo.
Entre los argumentos que se menciona también reconoce que hay muchos desafíos pero, "en términos generales, éstos son menos temibles que en las ocasiones previas".
El primero de los obstáculos, agrega, será el de superar la oposición que es "expresada de manera más radical y fuerte por el expresidente Álvaro Uribe". Sobre el exmandatario se dice que su discurso genera un fuerte impacto entre los terratenientes y otros poderosos actores regionales que tienen mucho en juego y una tendencia histórica a usar la violencia para defender sus intereses.
Sin embargo, estas voces son descritas por ICG como una minoría pues "la gran mayoría de los colombianos respalda un proceso de paz y las principales fuerzas políticas lo han apoyado".
El documento también señala otros dos inconvenientes que se desprenden después de 50 años de guerra de guerrillas: las violaciones sistemáticas de los derechos humanos e indiferencia de ambos actores a la difícil situación de las zonas rurales. Y dos: el hecho de que las comunidades en las regiones en conflicto han dejado de considerar a las guerrillas como defensores de sus intereses y han perdido la fe en la capacidad y voluntad del Estado para resolver sus problemas.
"Santos, más sensible que Uribe"
Dentro del análisis del contexto del país y de los cambios que ha sufrido en los últimos años, el informe de ICG también resalta que el presidente Juan Manuel Santos es más sensible en los derechos de las víctimas que su antecesor Álvaro Uribe.
"Santos ha empezado a enfrentar problemas tales como el desarrollo rural, una preocupación directa de las guerrillas, y su administración ha reconocido la responsabilidad del Estado en algunos casos claves de violaciones de los derechos humanos. Tiene además frente a sí un actor razonablemente cohesionado con el cual tratar, evitando los problemas que podrían venir en un futuro si más años de fuerte presión militar provocaran el fraccionamiento de las FARC".
Entre las conclusiones del texto se resalta que aunque los temores sobre las conversaciones de paz son "tácticamente exagerados por sus opositores", es necesario manejar las expectativas con prudencia. Y asegura que acordar un acuerdo no eliminaría la violencia y probablemente no convenza a algunos miembros de las FARC de dejar las armas, especialmente a aquellos profundamente involucrados en el tráfico de drogas.
El análisis finaliza haciendo referencia al hecho de que si la guerra con las guerrillas llega a su fin, Colombia tendría una mejor posibilidad para acabar con un conflicto que aún cobra vidas diariamente, retrasa el desarrollo socioeconómico e impide la consolidación de una democracia verdaderamente incluyente y plural. "El camino por delante no será corto ni fácil, pero Colombia no puede darse el lujo de desperdiciar esta oportunidad para la paz".
"En tanto el gobierno entiende que únicamente por medios militares no puede terminar el conflicto, las FARC, por su parte, parecen reconocer que la lucha armada les permite poco más que la mera sobrevivencia", señala Crisis Group.
La dinámica más amplia del conflicto también favorece un arreglo político. "Ninguna de las partes tiene posibilidades de ganar solo a través de las armas y por ello ambas están fuertemente incentivadas a negociar", asegura. "Diez años de intensa guerra contrainsurgente han debilitado significativamente la fuerza de combate de las guerrillas y las ha empujado a escondites rurales cada vez más remotos, lo que redujo sustancialmente el impacto sobre los grandes centros urbanos", concluye.
Por otra parte, la entidad también destaca que ambos actores tienen "la responsabilidad histórica" de forjar un acuerdo, pero solo una fuerte apropiación social y política del proceso puede garantizar que éste conduzca a la paz duradera que ha sido esquiva por tanto tiempo.
Entre los argumentos que se menciona también reconoce que hay muchos desafíos pero, "en términos generales, éstos son menos temibles que en las ocasiones previas".
El primero de los obstáculos, agrega, será el de superar la oposición que es "expresada de manera más radical y fuerte por el expresidente Álvaro Uribe". Sobre el exmandatario se dice que su discurso genera un fuerte impacto entre los terratenientes y otros poderosos actores regionales que tienen mucho en juego y una tendencia histórica a usar la violencia para defender sus intereses.
Sin embargo, estas voces son descritas por ICG como una minoría pues "la gran mayoría de los colombianos respalda un proceso de paz y las principales fuerzas políticas lo han apoyado".
El documento también señala otros dos inconvenientes que se desprenden después de 50 años de guerra de guerrillas: las violaciones sistemáticas de los derechos humanos e indiferencia de ambos actores a la difícil situación de las zonas rurales. Y dos: el hecho de que las comunidades en las regiones en conflicto han dejado de considerar a las guerrillas como defensores de sus intereses y han perdido la fe en la capacidad y voluntad del Estado para resolver sus problemas.
"Santos, más sensible que Uribe"
Dentro del análisis del contexto del país y de los cambios que ha sufrido en los últimos años, el informe de ICG también resalta que el presidente Juan Manuel Santos es más sensible en los derechos de las víctimas que su antecesor Álvaro Uribe.
"Santos ha empezado a enfrentar problemas tales como el desarrollo rural, una preocupación directa de las guerrillas, y su administración ha reconocido la responsabilidad del Estado en algunos casos claves de violaciones de los derechos humanos. Tiene además frente a sí un actor razonablemente cohesionado con el cual tratar, evitando los problemas que podrían venir en un futuro si más años de fuerte presión militar provocaran el fraccionamiento de las FARC".
Entre las conclusiones del texto se resalta que aunque los temores sobre las conversaciones de paz son "tácticamente exagerados por sus opositores", es necesario manejar las expectativas con prudencia. Y asegura que acordar un acuerdo no eliminaría la violencia y probablemente no convenza a algunos miembros de las FARC de dejar las armas, especialmente a aquellos profundamente involucrados en el tráfico de drogas.
El análisis finaliza haciendo referencia al hecho de que si la guerra con las guerrillas llega a su fin, Colombia tendría una mejor posibilidad para acabar con un conflicto que aún cobra vidas diariamente, retrasa el desarrollo socioeconómico e impide la consolidación de una democracia verdaderamente incluyente y plural. "El camino por delante no será corto ni fácil, pero Colombia no puede darse el lujo de desperdiciar esta oportunidad para la paz".
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